Gustavo Gutiérrez nació en Lima, en 1928, y vivió durante su juventud en los barrios pobres de la ciudad, al contacto de las clases bajas y marginadas de la sociedad. Estudió medicina antes de entrar en el Seminario en Santiago de Chile, y, ante un trabajo que prometía mucho, fue enviado a complementar sus estudios en Europa, donde tuvo la oportunidad de estudiar en Bélgica, Francia e Italia (Roma). En 1959, se le ordenó de sacerdote católico.
Desde este momento, fue un teólogo reconocido en América Latina y participó a la evolución de la teología con otros pensadores, aunque su pensamiento haya sido en permanente tensión con respecto al ala más conservador de la Iglesia. A partir de los años noventa, su labor fue reconocida por varias distinciones tales como el premio Juan Mejía Baca (Perú), la orden de Caballero de la Legión de Honor (Francia), su ingreso en 1995 en la Academia Peruana de la Lengua o el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en el 2003.
Aquí nos vamos a interesar en su trabajo en tanto que precursor de la llamada “teología de la liberación”. De hecho, fue él quien utilizó por primera vez dicha expresión en 1968, en la reunión de teólogos de Chimbote. En el libro La Fuerza Histórica de los Pobres (1979), combina una presentación de la teología de la liberación con la perspectiva de la “opción preferencial para los pobres”. Vamos a ver, a partir de los cuatro capítulos escogidos en nuestra edición (Praxis de liberación y fe cristiana, La fuerza histórica de los pobres, Los pobres y la liberación en puebla, “Théologie à partir de l'envers de l'Histoire” ), como se articulan entonces el tema de la situación social y la evolución de la dominación, la opción preferencial para los pobres, y la relación entre la fe, la teología y la liberación.
[...] La religión fue analizada entonces como un obstáculo para los hombres, impidiéndoles manejar su destino, así que pasó a ser parte de la esfera privada. Los intentos teológicos se ubicaron de modo diverso de acuerdo con este nuevo contexto: la teología liberal quiso producir una teología concordante con las Luces, mientras que la teología de Antiguo Régimen se mostraba ciega a los planteamientos modernos. Gutiérrez quiere también diferenciarse de la teología del desarrollo, que destaca la importancia del progreso en la Biblia, y la teología de la Revolución que expone la importancia de la implicación de los cristianos en los procesos revolucionarios en los cuales se toman grandes decisiones para la sociedad. [...]
[...] Gustavo Gutiérrez, La force historique des pauvres Gustavo Gutiérrez nació en Lima, en 1928, y vivió durante su juventud en los barrios pobres de la ciudad, al contacto de las clases bajas y marginadas de la sociedad. Estudió medicina antes de entrar en el Seminario en Santiago de Chile, ante un trabajo que prometía mucho, fue enviado a complementar sus estudios en Europa, donde tuvo la oportunidad de estudiar en Bélgica, Francia e Italia (Roma). En 1959, se le ordenó de sacerdote católico. [...]
[...] Nos parece en fin importante poner de relieve, por última vez, el carácter positivo de la opción preferencial para los pobres. Aunque sea consecutiva a siglos de opresión, la idea de una fuerza subyacente que sea posible canalizar para ir hacia una mayor justicia no puede ser criticada. Sin embargo, en la manera en la cual se articulan Para no quitarle su sentido a la letra de Gutiérrez, no pasaremos de nuevo al español todas las expresiones citadas en este trabajo a partir de la edición francesa. [...]
[...] De hecho, el primer elemento central de la teología de Gutiérrez es el concepto de o sea la importancia de los elementos que permiten modificar las relaciones entre les Hombres. Habla entonces de “praxis liberadora”, basada en el Evangelio, y que permitiría a los Hombres librarse, en primer lugar, del pecado, y luego de la opresión que sufren. Se trata entonces de llegar a una sociedad más justa, sabiendo que a Dios le corresponde dicha justicia. El Amor de los Hombres (“hijos de entre sí es el elemento que permite por tanto evitar la opresión, y como incluye a Jesús entre ellos, como lo veremos más adelante, este Amor es un paso hacia el Amor vertical de los Hombres hacia Dios. [...]
[...] Ésta pasó de ser exterior a ser interior y exterior: las clases altas en el propio territorio mantuvieron su dominio, mientras que a nivel internacional se aprovechaba del subdesarrollo de América Latina para producir a bajo cuesto, sin por tanto incentivar su desarrollo. Eso llevó también a que América Latina sufra de las crisis en los países desarrollados puesto que se tradujeron por una reducción de la producción que provocó una disminución de la fuerza de trabajo necesaria. Gutiérrez parece por tanto hacer una lectura de inspiración marxista de la Historia, puesto que considera la lucha de clases como el elemento central motor de la Historia. [...]
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