El poder es la capacidad y la posibilidad de que una o más personas o grupos de personas tienen que solicitar a aceptar, imponer o hacer cumplir las decisiones físicas, morales, intelectuales o psicológicas, a una o más personas o grupos. El poder implica, por tanto, un concepto de limitación, ya que es el establecimiento de decisión superioridad de unos sobre otros. Esta limitación podrá ser ejercida de diversas maneras. Puede incluso no existir en el caso de una coincidencia total entre lo(s) comandante(s) y los ordenados, pero esto sólo es válido para los pequeños grupos, funcionando con una democracia directa o que se basan en ideas que reflejan todo el grupo.
[...] La violencia es totalmente necesaria para el ejercicio del poder o para garantizar la eficacia de este ejercicio. Parece que la tendencia del poder por la fuerza es un fenómeno natural, luego nació el poder cooptado por una construcción más social. En la naturaleza, esto es, en efecto, la violencia que determina el macho dominante de una manada, en unas zonas de desinstitucionalización, al igual que los gangs, siempre es el más violento en el poder (con los instrumentos de la violencia obligatoria para su continuación). [...]
[...] Si, de hecho, la violencia es el mejor apoyo del poder formal, en el largo plazo, destruye el poder. De hecho, la imposición violenta de un poder que contradice las normas del libre individual puede aumentar la frustración por tanto, un potencial de violencia en su reacción a la opresión. Se trata de los efectos de las masas, las masas, por su número siempre tienen intrínsecamente el poder, de ahí la necesidad de controlarlos. Este control por la violencia (vigilancia, el miedo) es más eficaz cuando se hace por el individuo y no en la comunidad, el individuo tiene miedo de ser torturado personas juntas no. [...]
[...] La legitimidad es un factor clave aquí, porque la oposición se puede hacer en contra, en la mayoría de los casos, de las acciones del poder y no de su propia existencia. La violencia de este tipo de poder es una violencia que permite el ejercicio de potestad reglamentaria de lo dispuesto por la ley o la tradición. Es una garantía de la estabilidad del sistema, velando por el respeto de la ley por tanto, un elemento fundamental de la convivencia. [...]
[...] En estos casos, quienes están en el poder no pueden contar con la legitimidad para hacer valer su poder, su propia existencia puede ser controvertida. Por lo tanto, incluso si son establecidos las instituciones y un marco jurídico, esta ley podría ser impugnada en virtud de la justicia. La violencia se convierte entonces en el elemento de conservación del poder. La violencia permite controlar los intentos de revueltas, pero también sobre todo, instalar un clima de temor que tiene por objeto disuadir cualquier oposición. [...]
[...] Esta limitación podrá ser ejercida de diversas maneras. Puede incluso no existir en el caso de una coincidencia total entre lo(s) comandante(s) y los ordenados, pero esto sólo es válido para los pequeños grupos, funcionando con una democracia directa o que se basan en ideas que reflejan todo el grupo. Dada la baja probabilidad de que ese poder plenamente consentido, es necesario analizar las diversas formas de coacción y de la violencia puede depender el ejercicio del poder. Hay dos categorías de uso de la coacción, el caso de que la coacción se utiliza únicamente en el objetivo de mantener un marco para el ejercicio del poder, y otro caso en que la coacción se utiliza para mantener el poder. [...]
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