Esta frase nos hace pensar mas en una citación de un manual revolucionario que en una entrada de cine sacada de la película cubana “Fresa y Chocolate”. En la película, Diego, un estudiante mas bien castrista, utiliza esta formula casi filosófica como para defender el régimen cubano y sus derivas totalitarias. En efecto esta película se desarrolla en 1979 cuando aparecieron las primeras desilusiones sobre revolución del Comandante en Jefe Castro y del Che Guevara. Desde este acontecimiento casi mítico, el Che se murió en 1967, Castro decidió acumular todas las funciones políticas en 1976 y el embargo económico de los Estados Unidos contra Cuba era mas fuerte que nunca.
[...] Estos efectos pueden ser el abuso de la violencia, el amor excesivo del poder, el cambio de objetivos en frente a la realidad, la superioridad del pragmatismo sobre las nobles ideas del principio. Estas derivas están muy frecuentes como lo ilustran los numerosos ejemplos históricos: la Gran Terror de la Revolución Francesa en 1790, las grandes purgas de Moscú del régimen de Staline en los años 1930. Se deduce pues que los regímenes resultantes de una revolución se convierten rápidamente en dictaduras sangrientas. Desgraciadamente el régimen castrista no es una excepción con las numerosas restricciones de libertad desde 1959 y el abuso de los encarcelamientos y ejecuciones de oponentes políticos. [...]
[...] Según Diego, el personaje de la película, el concepto de “revolución” no remite a las acciones criticables que tienen lugar después, sino a un momento preciso, el del derrocamiento del régimen en funciones en nombre de la construcción de una nueva sociedad ideal. Las acciones que no corresponden a las ideas del principio no son partes de la revolución. A modo de conclusión diré que esta entrada refleja las ambiguas de una revolución en sus acciones, a veces muy criticables, pero sobre todo las ambiguas en la mente de la población víctima de una revolución que no es capaz darse cuenta del impacto positivo o negativo de este acontecimiento. [...]
[...] Los errores de la revolución no son la revolución, son las partes de la revolución que no son la revolución Esta frase nos hace pensar más en una citación de un manual revolucionario que en una entrada de cine sacada de la película cubana “Fresa y Chocolate”. En la película, Diego, un estudiante mas bien castrista, utiliza esta formula casi filosófica como para defender el régimen cubano y sus derivas totalitarias. En efecto esta película se desarrolla en 1979 cuando aparecieron las primeras desilusiones sobre revolución del Comandante en Jefe Castro y del Che Guevara. [...]
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