La historia de los afrodescendientes en el territorio brasileño comenzó en 1500, año en el que Dom Pedro Alvares Cabral llego a Brasil. A partir de esa fecha, los portugueses empezaron a ejercer su dominación sobre el territorio africano, donde consiguieron mantener durante varios siglos su monopolio en el mercado de esclavos negros. Estos últimos, que les servían como mano de obra que podían explotar a su voluntad, eran mucho más preciados que los esclavos de origen indígena.
Así pues, se calcula que después de 1500, 3 650 000 esclavos de origen africano desembarcaron en Brasil. La evolución de la multitud de pueblos africanos una vez que llegaron al territorio brasileño es difícil de trazar: no solamente los colonizadores portugueses intentaron dispersarlos por todo el país de tal forma que se evitaran aglomeraciones de esclavos de una misma etnia o que compartieran la misma lengua, sino que además los estudios antropológicos y raciales posteriores han tenido tendencia, durante mucho tiempo, a quitarle importancia al papel central de los afrobrasileños en la historia nacional.
[...] Cros en La civilisation afro-brésilienne, en la segunda mitad del siglo XX los afrodescendientes se encuentran principalmente en el Noreste del país, donde representan el 72,5% de la población, mientras que constituyen una minoría en el Sureste, y en el Sur. En el centro del país, los afrodescendientes están presentes en proporciones similares a los blancos. Vemos por lo tanto que a pesar de las disparidades respecto a la repartición geográfica de negros y mulatos, se encuentran esparcidos en la totalidad del país. [...]
[...] Por lo tanto observamos un cambio en las mentalidades de la población brasileña que, desde finales de la dictadura militar de Getulio Vargas, ido tomando conciencia de la oposición que existe entre el mito de la democracia racial y la realidad afrobrasileña hoy en día. Esta toma de conciencia se explica en parte gracias a las intervenciones de personalidades políticas e intelectuales. A pesar de que a finales del siglo XIX, con la abolición de la esclavitud, ya hubieran aparecido hombres políticos como Joaquim Nabuco y José Patrocinio, que crearon la Sociedade Brasileira contra a Escravidão, la cristalización de una identidad negra común quedaba todavía muy lejos, sobretodo por el freno que suponía la utopia de la democracia racial. [...]
[...] Tras importantes obstáculos, se han ido creando grupos y organizaciones que defendían los intereses comunes de los afrobrasileños y los representaban en el espacio público. Con certeza, la asociación política protagonista en la lucha a favor de estas victimas de una discriminación racial escondida bajo el mito de la democracia racial es el MNU, aunque como hemos observado no ha sido la única en buscar un reconocimiento de los afrodescendientes por parte del Estado. Sin embargo, el balance del MNU tiene que hacerse de forma moderada. [...]
[...] Pero el proceso de la institucionalización política de las reivindicaciones de los afrodescendientes comienza definitivamente con la fundación del Movimento Negro Unificado. Los orígenes de esta organización, una de las más activas, remontan a julio de 1978, tras una manifestación que saco a la calle a unas 2000 personas en São Paulo. En ella, se protestaba por el asesinato por un policía brasileño de Robson Silveira da Luz, un empleado negro, así como por el despido reciente de otros cuatro niños (también negros). [...]
[...] Además, según Rosangela Maria Vieira, gracias a la transmisión de una serie de historias populares oralmente, los afrodescendientes encontraron la manera de recordar y de mantener con vida gran parte de su herencia. Otra prueba de la herencia de los valores africanos es la supervivencia de las religiones originarias de África entre los esclavos, y aun entre los afrodescendientes hoy en día. Los intentos de los blancos para impedir que se juntaran esclavos practicando las mismas religiones africanas fueron fallidos en gran parte. [...]
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