El 16 de septiembre de 1867 Gabino Barreda pronunció una Oración Cívica en Guanajuato, en México. Médico, filósofo y educador mexicano, Gabino Barreda (1818-1881) se formó en Francia, siguiendo lecciones del creador del positivismo, Auguste Comte, y no regresa hasta 1851. En México, la larga guerra civil iniciada desde 1810 con el proceso de emancipación se iba acabando; el emperador Maximiliano había sido fusilado; Benito Juárez se había vuelto presidente, figura que encarnó el triunfo del liberalismo contra los conservadores. Fue en este contexto que se pronunció el discurso de Gabino Barreda. El mismo año, Benito Juárez lo llamó para formar parte de la comisión encargada de redactar un plan de reorganización educativa.
Profundamente inspirado por la doctrina positiva de Comte, el análisis de la Oración Cívica de Barreda revela no obstante una verdadera reapropiación del pensamiento europeo para aplicarlo a la sociedad mexicana. Esta corriente científica y filosófica afirma que el único conocimiento válido es el que se puede verificar empíricamente. De allí se puede sacar leyes generales a partir de los hechos que se pueden observar, según una lógica inductiva. El positivismo, al exaltar el orden y la ciencia como únicos medios para llegar al progreso, propone entonces planos para el advenimiento de un nuevo orden social.
[...] En fin a nivel político Barreda quiere una emancipación, tanto frente a la metrópoli como para las diferentes clases al poder, que impedían el establecimiento de la república. Quiere emanciparse de toda forma de tutela, ya sea extranjera o interna. El lema propuesto por Barreda es diferente del de Comte orden y progreso”). Barreda cambia, proponiendo “Libertad, orden y progreso”. La Libertad siendo el medio, el orden la base y el progreso el fin. La idea positiva considera que el último objetivo era el progreso. [...]
[...] Gabino Barreda, “Oración cívica” El positivismo El 16 de septiembre de 1867 Gabino Barreda pronunció una Oración Cívica en Guanajuato, en México. Médico, filósofo y educador mexicano, Gabino Barreda (1818-1881) se formó en Francia, siguiendo lecciones del creador del positivismo, Auguste Comte, y no regresa hasta 1851. En México, la larga guerra civil iniciada desde 1810 con el proceso de emancipación se iba acabando; el emperador Maximiliano había sido fusilado; Benito Juárez se había vuelto presidente, figura que encarnó el triunfo del liberalismo contra los conservadores. [...]
[...] No luchaba para establecer una República igualitaria. Por eso la idea de “mantener un orden social estable” puede ser vista más bien como una manera de mantener los privilegios de la burguesía, de la que Barreda formaba parte. Para concluir, podemos recalcar que el positivismo, aunque se erigía como un modelo universal, era en realidad la expresión de una clase determinada en México. Aunque no se puede negar los avances que permitieron alcanzar esta corriente en la sociedad mexicana, no hay que olvidar que antes de todo era una manera de conservar el orden establecido por el triunfo del liberalismo. [...]
[...] Las fuerzas negativas eran representadas por el orden estático. Clero y ejército, símbolos del antiguo régimen, formaban parte de estas fuerzas, porque que frenaban el progreso. Por otro lado, las fuerzas positivistas, el orden dinámico, luchaban para el progreso y la emancipación mental. Barreda las define como inteligencias emancipadas e impacientes por acelerar el porvenir”. Por ejemplo la revolución, contrariamente a lo que pensaba Augusto Comte, era una fuerza positiva (pero considerada únicamente como una etapa, una fase transitoria que necesariamente llegara a la paz). [...]
[...] La educación desempeña un papel fundamental para formar “buenos ciudadanos” Barreda propuso un plan de reforma educativa, que se basa sobre una serie de principios. Primero, defiende la absoluta libertad de enseñanza: todo lo verificable empíricamente puede ser enseñado. Luego, quiere la intervención del estado en la regularización de la escuela, que se volvió gratuita, obligatoria y laica. Deseaba que todos los ciudadanos tengan un “fondo común de verdades”. A continuación, preconizaba que un gran papel sea dejado a la experimentación, para no formar alumnos que solo tendrían un saber enciclopédico. [...]
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