Las leyes “memoriales” están, de nuevo, en plena actualidad. En efecto, después de un largo rato de desinterés político respecto a esas leyes, aparecen, de repente, de manera explosiva y, a veces, virulenta, toda clase de conflictos y reivindicaciones en cuanto a la interpretación del pasado.
La resurrección de estos conflictos tiene por “principales padres fundadores” Francia con la adopción de un conjunto de leyes “memoriales” , y, uno de sus vecinos, España, que dio recientemente muestras de que quiere imitar a su homólogo transpirenaico con la ley dicha “para la recuperación de la memoria histórica”. No obstante, cuidado, la imitación no es total porque la ley española no define sanciones para los casos que no se ajusten a la versión, políticamente correcta, de la historia.
Pero, sea lo que sea, estos dos conjuntos que tratan de la memoria histórica como instrumento de intervención política plantearon las mismas controversias dividiendo tan la clase política como la comunidad científica, y, el mundo de la prensa. Lo que nos conduce interrogarse ¿en la necesitad de mantener o de abrogar tales leyes memoriales?
[...] Así, esta instrumentalización de la historia dota las leyes memoriales de una connotación negativa tanto las consecuencias de esta práctica son desastrosas. Cuatro consecuencias pueden ser enumeradas: - primero, esta confiscación de la historia va a crear una “historiada de Estado”, une historia oficial. Pero, cuanto les poderes políticos intentan vehicular que los aspectos de la historia que protegen y hagan brillar sus intereses, podemos pensar que no descubrimos una historia efectiva sino una historia amañada es decir la historia que los poderes públicos quieren dejar desarrollarse porque hace la gloria de su país. [...]
[...] - La historia no es la moral: la función del historiador no consiste en exaltar ni condenar, sino en explicar. - La historia no es la esclava de la actualidad: el historiador no aplica al pasado esquemas ideológicos contemporáneos ni introduce en los acontecimientos del pasado la sensibilidad de hoy”[12]. Estas definiciones permiten, así, constatar que, claro, los conceptos de historia y de memoria están unidos, pero, tienen una naturaleza diferente. Efectivamente, Gerard NOIRIEL “distinga claramente la historia que explica e intenta hacer entender, la memoria que juzga”[13]. [...]
[...] El problema de las leyes memoriales Introducción Las leyes “memoriales”[1] están, de nuevo, en plena actualidad. En efecto, después de un largo rato de desinterés político respecto a esas leyes[2], aparecen, de repente, de manera explosiva a veces, virulenta, toda clase de conflictos y reivindicaciones en cuanto a la interpretación del pasado. La resurrección de estos conflictos tiene por “principales padres fundadores” Francia con la adopción de un conjunto de leyes “memoriales”[3], uno de sus vecinos, España, que dio recientemente muestras de que quiere imitar a su homólogo transpirenaico con la ley dicha “para la recuperación de la memoria histórica”[4]. [...]
[...] controversias francesas: petición del 12 de diciembre de 2005 intitulada “libertad para la historia” signada por 19 de los más grandes historiadores franceses como BADINTER; BECKER; PERROT ) b. controversias españolas: del Partido Popular: que acusa al Señor Zapatero “obsesionado por el pasado y querer establecer la legitimidad democrática no en 1978, pero, en 1931” (articulo del Mundo 8/10/2007); de ciertos medios de comunicación de carácter conservador que criticaron estas iniciativas alegando que abren las heridas del pasado. Fuente : ficha concurso “actualidad” de la Documentación francesa Retirada en 2005 de la última estatua del general Franco del centro de Madrid; retirada de las lápidas conmemorativas y de los nombres de calles del generalísimo PAUL THIBAUD, Table ronde sur les lois de mémoire, contestation et justification del 21/04/2006 Arnaud IMATZ, “Guerra de España: memoria histérica o memoria histórica”, enero-febrero 2009. [...]
[...] En cambio, del lado de los franceses, el objetivo de la ley GAYSSOT habría sido proscribir el “antisemitismo larvado”. Sólo, en realidad, la puesta en aplicación de estas diferentes “leyes memoriales” parece haber sido en un sentido contrario a él de consenso entre las victimas” a saber él la competencia entre las víctimas”. Este fenómeno parece el más visible en España con la ley memorial, que, en lugar de mantener los “derechos adquiridos” por el régimen franquista reconociendo los derechos de los vencidos, prefirió destruir los símbolos del Caudillo en las vías publicas[7], instaurar una reparación moral a favor de los que combatieron para la democracia en España. [...]
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