Al final de la Guerra Fría, la nueva configuración de las relaciones internacionales dejó, durante un tiempo, algunos analistas esperar algo mesiánico, un avance hacia la paz universal y el establecimiento de un "nuevo orden internacional". Pero desde los años 90, esta esperanza ya no existía, pues había que teorizar la durabilidad de ciertos conflictos o el estallido de nuevas guerras. Tres han tenido un impacto significativo: la primera acusa al fundamentalismo y a la violencia comunitaria. El segundo pensamiento ofrece un análisis económico de los conflictos civiles, donde la depredación por los rebeldes desempeña el papel principal explicativo. La tercera hace una diferencia cualitativa entre viejos y nuevos conflictos.
[...] Pero desde los años 90, esta esperanza ya no era, pues había que teorizar la durabilidad de ciertos conflictos o el estallido de nuevas guerras. Tres han tenido un impacto significativo: la primera acusa al fundamentalismo y a la violencia comunitaria. El segundo pensamiento ofrece un análisis económico de los conflictos civiles, donde la depredación por los rebeldes desempeña el papel principal explicativo. La tercera hace una diferencia cualitativa entre viejos y nuevos conflictos. Para Mary Kaldor, las guerras de la era de la globalización, pueden ser opuestas a las antiguas sobre tres diferentes planes. Identidad versus ideología o vacío político. [...]
[...] No niega el carácter político de esas guerras, también habla de identidades políticas. Mientras que las antiguas guerras civiles se llevaron a cabo por razones bien definida, por una ideología impulsada por una progresiva transformación política, basada en la búsqueda del bien común, las nuevas guerras son etno- nacionalistas pues fragmentadas y exclusivas. Para decirlo en otros términos, mientras que los antiguos conflictos se llevaron a cabo en el espíritu del cosmopolitismo, los nuevos son en nombre del particularismo y del exclusivismo, es la oposición entre el universalismo y el fundamentalismo. [...]
[...] Las economías de guerra oponen las nuevas y las antiguas. La economía de las antiguas guerras era más centralizada y autárquica, mientras que la de las nuevas está dispersada, transnacional, y moviliza tanto el mercado negro, el saqueo, la ayuda extranjera, la diáspora y la ayuda humanitaria. Mientras que los ex rebeldes podrían sobrevivir por sus propios medios y sin recurrir a la extorsión, los nuevos siempre usan la apropiación indebida de bienes públicos, el saqueo y la depredación. Además, esa depredación es altamente internacionalizada, pues incluye el injerto de los circuitos de tráfico internacional. [...]
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