A su llegada a la Casa Blanca en 1961, John Fitzgerald Kennedy sugirió la instauración de un programa de “asistencia al desarrollo económico, cultural y social” de los países latinoamericanos, de una verdadera “alianza para el progreso”. En marzo de 1961, pidió a los miembros de la Organización de los Estados Americanos (OEA) de preparar una reunión para establecer un plano decenal de desarrollo económico y social.
La creación efectiva de la Alianza para el progreso ocurrió durante esta conferencia excepcional del Consejo económico y social de la OEA en Punta del Este entre el 5 y el 17 de agosto de 1961. Todos los países, excepto Cuba (excluida de la OEA en 1962), firmaron esta carta constitutiva. Dos documentos fueron firmados: la Declaración de los Pueblos de América, y la Carta de Punta del Este. Al firmar los acuerdos para la creación de la Alianza, los el continente saludaron con entusiasmo lo que debía ser el inicio de una etapa inédita en las relaciones interamericanas.
[...] Esta afirmación era realmente indispensable para crear planos de desarrollo que establecerían metas de largo alcance, prioridades en las inversiones, etc . planes serán el fundamento del esfuerzo para el desarrollo, así como la base para asegurar los recursos procedentes del exterior” dijo Kennedy. - Llevar a cabo reformas estructurales de la sociedad (la agraria, la tributaria, la de la administración pública ) apareció como una solución indispensable para acelerar el desarrollo. Así, en la Carta de Punta del Este se afirmó que la vida democrática, no debe haber lugar para instituciones que beneficien a unos pocos mientras se niegan a atender las necesidades de la gran mayoría, aunque eliminar esas instituciones requiere cambios profundos y difíciles”. [...]
[...] Kennedy propuso dar “apoyo a toda integración económica que verdaderamente logre ampliar los mercados y brinde mayores oportunidades de competencia económica, pues la fragmentación de los mercados constituye un serio obstáculo para el desarrollo industrial”. - Son los esfuerzos propios de cada país que son la base de la Alianza, y eso es consagrado en la Carta de Punta del Este. La asistencia del exterior es solamente un complemento indispensable para dar empuje al desarrollo para que los países latinoamericanos alcancen un crecimiento autosuficiente. [...]
[...] La Alianza Para el Progreso afirma de nuevo el principio de la autodeterminación de las naciones latinoamericanas. “Estamos decididos a vigorizar el principio de absoluto respeto por la soberanía e independencia de cada nación Nosotros reconocemos el derecho de cada nación a ordenar sus propios asuntos, sus propias políticas, a decidir sobre sus propias acciones, sujetas solo a las obligaciones de la ley internacional y a los derechos de los otros países”. Y Kennedy va más allá, afirmando que “nuestro hemisferio tiene campo para la existencia de sistemas económicos diversos”. [...]
[...] Frente a esta violación del espíritu de la Alianza, la reacción de los Estados Unidos fue, al principio, indecisa, y cambió de una oposición franca hasta un apoyo sincero. Kennedy aceptó reconocer al gobierno militar que había derrocado el presidente argentino Frondizi, pero fue afectado por el rechazo de la victoria electoral de la APRA por los militares peruanos en 1962. Interrumpió la ayuda económica y militar. Kennedy no supo realmente que actitud adoptar frente a los otros golpes de Estafo, hesitando entre una tolerancia condescendiente y una oposición moderada. [...]
[...] Así, la Alianza no fue un programa impuesto por los Estados Unidos, sino un conjunto de ideas latinoamericanas, aceptadas por los Estados unidos. En efecto, en las conferencias interamericanas, después de la guerra, se encontraban en los discursos, en las declaraciones, muchas tesis sobre el desarrollo de América Latina y nuevas formas de cooperación. Pero la creación de esta organización fue también motivada por el triunfo de la revolución cubana en 1959 y la reacción hostil de los pueblos de algunos países contra el Vicepresidente Nixon (durante su visita en mayo de 1959). [...]
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