Géographie et géopolitique, Nicaragua, dinastía Somoza, Daniel Ortega, 1936, 1979, dictadura, régimen autoritario, revolución sandinista, censura, movimientos cívicos, protestas de 2018, 25 de febrero de 2020, Violeta Barrios de Chamarro, 18 de abril 2018, estillado social, violación de los derechos humanos, crisis, política, América Latina
Entre 1936 y 1979, la dinastía Somoza gobernó el país con mano de hierro, apoyada durante mucho tiempo por Estados Unidos. En 1979, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), al que pertenecía Ortega, organizó un golpe de Estado para derrocar al último dictador de la dinastía. Se estableció un régimen democrático, aunque con dificultades.
[...] Además, el régimen practica la censura: todos los medios de comunicación están controlados. Desde hace varios años, una ola de represión violenta contra los periodistas independientes que intentan denunciar al régimen les ha obligado a huir del país: más de 70.000 de ellos ya han abandonado Nicaragua. Poco a poco se va creando una coalición llamada “Coalición Nacional” para luchar contra el régimen de Ortega: está formada por varios movimientos cívicos y partidos políticos que nacieron durante las protestas de 2018 (ver siguiente apartado). [...]
[...] Pero la repentina oleada de detenciones antes de las elecciones, que envió a siete candidatos políticos y a más de 150 personas a la cárcel, transformó el país en lo que muchos activistas describieron como un Estado policial, donde incluso las expresiones leves de disidencia son silenciadas por el miedo. Una encuesta reciente mostró que el 78 por ciento de los nicaragüenses considera que la posible reelección de Ortega es ilegítima y solo el 9 por ciento apoya al partido gobernante. Pero la gente tiene miedo de hablar. [...]
[...] Su apodo es a veces “el comandante”. Sin embargo, si todavía se reivindica como sandinista, parece que esto sólo fue un medio para establecer gradualmente el marco de un nuevo régimen dictatorial, desviándose así de las ideas revolucionarias y atrayendo la ira de los verdaderos sandinistas. El régimen de Ortega es autoritario y hay numerosos secuestros, persecuciones y ejecuciones extrajudiciales contra el pueblo nicaragüense. Sus oponentes políticos en la Asamblea fueron destituidos en 2016, lo que demuestra el creciente autoritarismo que caracteriza el mandato de Ortega. [...]
[...] Violación repetida de los derechos humanos estos últimos años. Tras una reforma del sistema de seguridad social (recorte de las pensiones en un y aumento de los impuestos) impuesta por decreto, pensionistas, trabajadores y estudiantes se manifestaron. La represión fue extremadamente violenta y fue llevada a cabo en gran parte por militares y grupos “para-disturbios” que asediaron hogares, acosaron sistemáticamente a los activistas y llevaron a más de 80.000 personas al exilio de las cuales fueron asesinadas. Posteriormente, en una serie de informes publicados entre diciembre de 2018 y abril de 2020, comisiones enviadas por la ONU, la OEA y la CIDH (Corte Interamericana de Derechos Humanos) denunciaron una violación de los derechos humanos durante la aplicación de métodos autoritarios para reprimir a esta oposición. [...]
[...] Es un Estado policial. Estados Unidos va a sancionar, pero no va a intervenir más porque lo tiene bastante difícil. No hay libertad de expresión: los que critican el gobierno son sistemáticamente enviados a la cárcel. Antes, Ortega mantenía una especie de fachada de gobierno democrático. Pero se le cayó la máscara. Ha mostrado que es un dictador, que no soporta la oposición y perder el poder. Hay una afinidad ideológica entre los observadores electorales y el gobierno, y eso daña la imparcialidad. [...]
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