En este artículo propongo pensar los modos en que un drama social y una serie de situaciones dilemáticas iluminaron un conjunto de criterios morales locales e hicieron eje en las operaciones de reconocimiento pero también de desconocimiento local en relación a Mecha y demás actores sociales presentes en la situación.
El drama social local, condensado a partir del posicionamiento de Mecha frente al proceso legal hacia un joven acusado de dar muerte a una vecina, expresa una serie de fundamentos morales yuxtapuestos y conflictivos ligados a los sentidos locales que vinculan formas de actuar, pensar y sentir. Mi intención es describir a Mecha en su entorno, intentando analizar cómo ese drama permitió que su valía localmente positiva cambie de signo, así como cuál fue la posición explícitamente tomada por los jóvenes del grupo Los Rescatados al respecto.
[...] Sin embargo, cuando desde el comedor se dirige rápidamente al exterior de la escuela, Pisu comenta Uy! Qué se agarre que salió el tractor al ataque!!! En esa oportunidad se encontraban presentes alrededor de cinco jóvenes quienes cuando Mecha retorna cuentan graciosamente el comentario que es festejado por ella al igual que por el grupo Luego de un período que describe como de intenso dolor y al enterarse de la muerte de otro pibe del barrio convoca personalmente a jóvenes que hubieran tenido alguna vinculación directa con el delito y poseyeran la intención de rescatarse Para Geertz (1994) las figuras carismáticas pueden surgir de cualquier ámbito de la vida que esté lo bastante condensado como para parecer vital. [...]
[...] Si bien durante todo el desarrollo del drama se pudo percibir claramente el carácter liminal en que se encontraba Mecha, es en esta fase en la que mejor se manifestó. Mecha no pertenecía a ningún lado en el sentido más literal. Analizábamos la posibilidad, junto a ella, de que debiese irse al menos en forma momentánea del barrio , pero la idea se le hacía insoportable: su única pertenencia social radicaba en él y salir de allí era quedarse sin nada17. [...]
[...] Dos días después de las declaraciones correspondientes, la policía comenzó a rondar los espacios de participación de esos jóvenes. Lo cierto es que en su declaración, Emilio aparentemente había mencionado--aún sin ser pertinente--al grupo y sus actividades, a la familia de Mecha y cuestiones relativas a su vida pasada y presente. Un patrullero enfrente de la huerta, la detención momentánea y el bardeo por parte de la policía a algunos de sus integrantes a quienes solicitaran explicaciones sobre las actividades del grupo, inducen a referentes de organizaciones barriales a realizar un recurso de amparo respecto a los pibes del grupo Si bien Feixa (1999), Hall y Jefferson (en Feixa, 1999) se hacen eco del concepto, es Moreira (2001:22) quien funda su análisis en dicha noción e ilumina el análisis aquí presentado. [...]
[...] Sus acciones, por el contrario, se ubicaron dentro de los límites posibles del mapa moral. En primer lugar es considerada una madre desesperada a la que se le puede perdonar—casi--todo. No buscar una aceptable resolución en la situación hubiera ubicado a la misma en la imagen de una 18 Existe una suposición de que los investigadores sociales tenemos el deber legal del secreto profesional. Esto es verdad solo en parte ya que los jueces pueden disponer que ese profesional quede “relevado”, esa es la figura, del secreto excepción de periodistas y sacerdotes-. [...]
[...] Los mecanismos de desagravio y reajuste producidos por Mecha dieron lugar a un proceso de declinación de tensiones, y al momento de la primera escritura de estas líneas, Mecha transitaba su restitución a la vida barrial, aunque durante un tiempo ello supuso un corrimiento de las acciones comunitarias que venía desempeñando y un repliegue en la vida familiar19 que también fue vulnerada con esos sucesos. La situación de Chela era diferente. Como podrá visualizarse, ella no obró mostrando acciones que queden por fuera de la lógica barrial. [...]
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