El espacio y la sociedad que se desarrolla en él siempre han estado muy vinculados. En efecto, la organización espacial de todas las sociedades refleja sus valores, sus jerarquías, sus concepciones de las relaciones interpersonales, etc. En ese sentido, el espacio puede ser concebido como una proyección, una metáfora social, a partir de la cual se puede entender una sociedad. Uno de los ejemplos más claros de este fenómeno es la organización del espacio urbano. Desde la antigüedad, por ejemplo durante la época de la Grecia o de la Roma antigua, las ciudades estaban compuestas por diversos barrios, correspondientes a diferentes niveles socio-económicos, a diversos orígenes étnicos, a diversas religiones, etc. Desde entonces, las sociedades occidentales han mantenido ese modo de concebir el espacio, en el cual proyectamos nuestra visión de la sociedad. Pero no solo es el caso en nuestras sociedades, sino que ocurre igual para todas las civilizaciones. Cada pueblo del mundo tiene su modelo bastante regular de organización espacial de su lugar de vida. Esta puede variar mucho según las zonas geográficas, pero un mismo pueblo tiende a mantener una organización relativamente fija en todas las regiones donde vive. Aquí se nota el fuerte vínculo entre espacio y sociedad, entre los lugares de vida y la cultura. En efecto, vemos que la organización espacial de una sociedad no depende del espacio mismo, sino de factores endógenos a la sociedad.
[...] La segregación espacial puede darse en los dos sentidos. Puede tender a formar “guetos ricos”, o sea espacios reservados a la gente más favorecida, basados en criterios socioeconómicos e incluso a veces étnicos. Pero también puede excluir y aislar a una poblaciones no asimiladas en la sociedad. Esta distribución espacial se fundamenta pues en criterios diversos, y conduce a la división de las ciudades en barrios con perfiles muy diferentes. En Estados Unidos, la segregación espacial fue muy fuerte desde el siglo XIX, y se dio sobre todo a coste de los negros y de los indios. [...]
[...] Así, la segregación espacial tiene consecuencias muy importantes en la sociedad. Aparecen unas zonas en las cuales se concentran todas las dificultades sociales y económicas, asociadas a la impresión de en la ciudad. Hay quien dice que la segregación espacial es fruta de la voluntad misma de las minorías, que quieren vivir entre sí. Pero este punto de vista es completamente erróneo. Las preferencias individuales (tanto las de los favorecidos como las de los segregados) no explican la segregación, aunque a veces puedan participar en su aparición. [...]
[...] Este concepto de segregación espacial, que se emplea de manera bastante ligera, tiene primero que ser definida. Hace referencia a una política o una práctica no oficial de aislación de una población que forma un subgrupo étnico, religioso o socioeconómico. Hay muchos ejemplos históricos. Uno de los más evidentes y de los más generalizados fue la segregación de los judíos en las ciudades europeas, a través de los guetos. Esta palabra, que originalmente designaba los barrios judíos, se extendió para hoy hacer referencia a cualquiera zona de segregación espacial. [...]
[...] La combinación de estos factores hace que las políticas urbanas y sociales no cumplen con su función de compensación de las desigualdades sino que parecen agravar la segregación espacial. Todas estas razones también crean un sentimiento de abandono. El hecho de que los ricos vivan entre ricos, y los pobres entre pobres participa a la impresión de que existen dos ciudades. Una sería compuesta por los barrios centrales y semiperiféricos, acomodos, bien deservidos, con alta presencia estatal. La otra sería más bien la zona periférica, pobre y alejada de casi todo. [...]
[...] Las políticas urbanas y sociales a menudo agravan la segregación. Los poderes públicos parecen olvidarlas, voluntariamente o no. Las infraestructuras de todo tipo son muy limitadas. Podemos citar las escuelas, los transportes en común, etc. La escolaridad de los jóvenes de esos barrios está fuertemente limitada por la impresión de abandone que viven. La escuela no les aparece como un medio para escaparse de su entorno, no como un ascensor social, sino como un agente de segregación más. Además las ayudas económicas a esos sectores son muy escasas, y no permiten salir de ese círculo vicioso. [...]
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