La mayoría de las sociedades en el planeta se consideran sociedades patriarcales, los hombres heredan el poder en todas las escalas de la familia a lo político y económico más alto. Esta distinción se basa en el género, que es la diferencia fundamental entre el hombre y la mujer. Esos papeles predeterminados se basan en la tradición, la costumbre. Así que aquí hay una violencia simbólica que, la mayor parte del tiempo es indolora y indetectable porque se inscribe en la historia.
Esta distinción entre hombres y mujeres probablemente tenía un sentido en el comienzo de la civilización, donde la constitución más sólida, lógicamente los hombres se encargaban de la tarea de la caza, y la mujer era responsable de la recopilación y de la progenie. Sin embargo, esta distinción antes adecuada a la práctica se ha convertido con el tiempo en una forma de organización social, pues históricamente construida. Sin embargo, este monopolio de poder familiar como político no está justificado y puede ser considerado como una reliquia del pasado.
[...] Sin embargo, esta distinción sigue siendo a causa de lo que Pierre Bourdieu denomina violencia simbólica. De hecho, se puede señalar que, independientemente de la sociedad en que estamos, a su llegada en el mundo, los niños son educados para mantener su papel y estar en conformidad con la "norma". Esta orientación es la mayoría de las veces no consciente, y es simplemente la transmisión por los padres de sus respectivas funciones, enseñar a la chica a cocinar y al niño a fabricar cosas. [...]
[...] Esta distinción se basa en el género, que es la diferencia fundamental entre el hombre y la mujer. Esos papeles predeterminados se basan en la tradición, la costumbre. Así que aquí hay una violencia simbólica que, la mayor parte del tiempo es indolora y indetectable porque se inscribe en la historia. Esta distinción entre hombres y mujeres probablemente tenía un sentido en el comienzo de la civilización, donde la constitución más sólida, lógicamente los hombres se encargaban de la tarea de la caza, y la mujer era responsable de la recopilación y de la progenie. [...]
[...] Así, con la excepción de unas pocas sociedades matriarcales, vivimos en un mundo construido por y para hombres únicamente, con el aumento del individualismo, este orden puede ser impugnado por las virtudes de la meritocracia. Sin embargo, estos cambios son todavía jóvenes y tomará años para hacer frente a unos 200.000 años de la dominación masculina. Si los derechos se adquieren en algunas partes del mundo, hay que cambian las actitudes, con la ayuda de una educación generalizada, y de varias generaciones. [...]
[...] Entre las manifestaciones de esta violencia, hay violencia en el hogar, violaciones e incluso asesinatos de mujeres. Esto es sólo el resultado de un sentimiento de menor valor de la vida de la mujer, a lo que podemos añadir una superioridad física de los hombres lo que pone las mujeres en doble víctima: física y cultural. Se puede observar también una instrumentalización de la mujer, que más allá de ser un argumento de venta, es un problema real. Por ejemplo, en algunos de los conflictos armados, las mujeres son "destruidas", como la casa o los campos, y en los conflictos étnicos se convierten en un objetivo porque son dueñas de la procreación, por lo tanto, de la persistencia de su etnia. [...]
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