La primera vez que emergió el concepto de « soberanía » fue en 1576, en el contexto del Renacimiento, cuando Jean Bodin, teórico político francés del siglo XVI, publico Los seis libros de la Republica.
En esta obra, Bodin definió el concepto de “soberanía” como “el poder absoluto y perpetuo de una Republica […] es decir el mayor poder de dirigir”1. Esta soberanía se entiende como absoluta y perpetua porque “no está limitada, ni en poder, ni en tiempo”2. De esta manera, Bodin introduzco la “soberanía” como el concepto de un Estado.
Con este concepto, Bodin eliminó la idea de una Republica cristiana, y de un pueblo cristiano universal, y estableció en lugar el concepto de pueblos particulares. Esta reflexión fue al origen de lo que llamamos el “particularismo histórico”, vinculado con el concepto de libertad, una libertad que concierne un pueblo, y establece que cada pueblo es libre, y decide de su propio destino.
En este contexto de Renacimiento, la soberanía, poco a poco, dejó de nacer de una relación de fuerza, belicosa, para emanar de una representación racional del poder estatal. Con este cambio, la soberanía no necesita más emerger del triunfo de las guerras para tener legitimidad, sino que se afirme como un principio legítimo y constitutivo de un Estado.
[...] La soberanía está relacionada de manera fuerte a la tradición de la voluntad. Un Estado procede de la voluntad de un pueblo, no de la naturaleza. En este sentido, el Estado es un BODIN Jean, Los seis libros de la Republica, Poche Ibid artificio, una creación voluntaria. La soberanía, de esta manera, puede entenderse como el alma del Estado. Pero este alma del Estado tiene en si mismo varios sentidos. Estas reflexiones nos hacen plantear algunas preguntas sobre la soberanía, particularmente, ¿cómo se puede entender la soberanía? [...]
[...] Conclusión A través de los siglos, y según los países, vimos que el concepto de soberanía pudo tener muchos sentidos. De la soberanía como poder absoluto y perpetuo de Bodin, hacia los dilemas de la soberanía en un contexto federal, pasando por la soberanía popular y la soberanía nacional de pensadores de la Revolución francesa, vimos que la soberanía es un 8 concepto llave para entender la formación y la unidad de un Estado, y que puede tomar muchas formas según los contextos geográficos y históricos. [...]
[...] ¿Cómo se mueve este concepto a través de los varios contextos geográficos y históricos? De la soberanía popular a la soberanía nacional, pasando por el concepto de soberanía establecido por los federalistas, vemos que este concepto no solo recubre una definición sino muchas, en las cuales se contiene las diferentes realidades y contextos de los Estados del mundo. Sea en Europa o en América, la soberanía fue durante estos últimos siglos una cuestión predominante en la constitución y legitimación de los Estados y del ejercicio del poder. [...]
[...] El federalismo de un Estado se nota por la repartición de las competencias entre un gobierno central y los gobiernos regionales SIEYES Emmanuel-Joseph, Que es el Tercer Estado?, Programa Editorial de la Coordinación de Humanidades Así, se supone que cada Estado federado debe tener su autonomía, lo que incluye algo de soberanía, pero también tiene deberes al respeto al Estado central, porque cada uno de los Estados federales debe participar en las decisiones centrales. Estos son los principios de base de los Estados federalistas, y tienen repercusiones sobre las concepciones de la soberanía. hecho, donde se ubica la soberanía en un Estado federal? Por su carácter absoluto y indivisible, el concepto de soberanía y su aplicación en los hechos puede encontrar varias discordes cuando se aplica en un contexto federal. Creando dos órdenes de gobierno, uno central y el otro regional, el federalismo parece repartir la soberanía entre dos planes. [...]
[...] Ibid El discurso de Sieyès, por fin, es un discurso revolucionario: el Tercer Estado es el pueblo, y la soberanía se encontrara en este pueblo, a través de los representantes. Con el concepto de soberanía nacional, la soberanía pertenece a la nación, personificada por el Estado. Como la nación es una entidad abstracta, la soberanía no se puede ejercer sin representantes. La soberanía, que pertenecía al Rey, pasa en las manos de la nación, que no es otra que el pueblo, o mejor dicho por Sieyès, el Tercer Estado. [...]
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