Cien años de Soledad es seguramente una de las obras latinoamericanas de la era contemporánea más famosa. Las críticas que estudian la obra de Gabriel García Márquez son muy numerosas y si se inscribe en el famoso boom de la literatura latinoamericana, Cien años de Soledad no trata de renovar el género literario violentamente como lo hace por ejemplo Julio Cortázar con su famosa Rayuela en la que plantea claramente sus deseos de integrar al lector en la confección misma de la ficción. Joaquín Marco da a entender sin embargo que las dos novelas presentan vínculos, « Esta capacidad de mensaje que Cortázar atribuye a una teoría de la novela en la que el lector participa del hallazgo y de los signos que subrepticiamente el autor ha ido situando a lo largo de la narración es el origen de la senda que parece finalizar Cien años de Soledad ». Si Morelli permite difundir las ideas de una nueva manera de crear la literatura, la ficción marqueziana nunca alude a esta tarea de confección literaria. La forma de la dos obras parece efectivamente diferente, pero cabe notar no obstante unos procedimientos utilizados en ambos libros, e incluso en otras obras inscritas durante el « boom ». Si la idea de que « crear es imitar » se encuentra a menudo, hay que recordar también que varias renovaciones artísticas pasan por un camino hacia atrás para inspirarse de lo que se ha hecho antes, mecanismo clave del Renacimiento por ejemplo.
[...] Es interesante ver esta alusión de parte de un autor que se inspira de un texto lo más universal posible. Quizás permita evocar con nostalgia la imposibilidad de verdaderamente alcanzar a todos los hombres con sus escritos a causa de la barrera lingüística, castigo divino. Hay que notar también brevemente que Babel es también un tópico retomado por Jorge Luis Borges en Ficciones con la novela titulada Biblioteca de Babel”. Entre las figuras de la novela que recuerdan personajes bíblicos también podemos citar José Arcardio en el momento de su regreso que aparece como la parábola del Hijo Pródigo, episodio del Nuevo Testamento que escenifica el perdón de un padre ante la codicia de su hijo. [...]
[...] En realidad refuerza el sentido de universalidad ya dado en la Biblia. Por ciertos lados, actúa como Dios, ya que es él quien tiene las claves de la novela y entonces de la estirpe, pero también aparece como en busca de Dios como lo demuestra su deseo de fotografiarlo. Hemos podido constatar que los personajes de la obra difunden una dimensión bíblica evidente. Todos aparecen como figuras tópicas, como símbolos cargados de varios pesos intextuales. Pero, para terminar este estudio, cabe discutir el alcance crítico que se puede destacar en la obra de Gabriel García Márquez. [...]
[...] El personaje de García Márquez está muy alejado de la imagen que se hace de la madre de Jesús. Así leemos en el principio del capítulo IX Remedios, la bella, que parecía indiferente a todo, y de quien se pensaba que era retrasada mental Ella se pasea por la casa desnuda, y causa estragos en los cuales la miran. Aunque sea fuera de su control, el peligro que representa por su belleza o quizás podamos ir hasta decir su sensualidad la presenta en oposición completa con María, símbolo de virtud. [...]
[...] Monroy[12].Este episodio bíblico acaba con una travesía en el desierto de los Hebreos al que quizás aluda el personaje del Judío Errante que siempre se encuentra mezclado con un campo léxico negativo en la obra la época en que pasó por el pueblo el Judío Errante y provocó un calor tan intenso que los pájaros rompían las alambreras de las ventanas para morir en los dormitorios en el capítulo la mala influencia del Judío Errante , el sacrificio del Judío Errante en el capítulo 17. Aparece como el chivo expiatorio de todos los males, un poco como los hebreos en la Biblia. [...]
[...] Marie-Madeleine Gladieu escribe: La naissance attendue et redoutée n'est pas celle d'un enfant divin, mais d'un enfant à queue de cochon, châtiment promis par la loi de la nature aux fruits de mariages endogamiques répétés, et qui, effectivement, vient au monde à la fin du roman. La tension dramatique est donc totalement différente, faite de crainte et non d'espoir Con esto alcanzamos el clímax de la parodia. El Mesías se ve convertido en una especie de criatura monstruosa, entre hombre y animal. [...]
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