Análisis, mito de Sisyphe, Albert Camus, comentario, capitulo
A lo largo de las diferentes problemáticas estudiada durante la clase, me parecía extramente interesante analizar este libro de Albert Camus porque no solo se preguntaba sobre la esencia del individuo que puede condicionar las estructuras en las cuales el quiere vivir sino también ofrecía una basa de reflexión extramente fuerte sobre el conjunto de los temas abordados en clase tal como Dios, la cuestión de la incomprensión entre humanos o también la noción de ideal colectivo, noción importante para cada trabajo de sociología. Si esta obra es más un libro filosófico que sociológico, sin embargo no se puede olvidar los nexos fuertes entre ambas disciplinas. En una primera parte voy a analizar “El mito de Sisyphe” y en una segunda parte, intentaré de dar un comentario global a partir de una reflexión suscitada por el libro: ¿Qué podemos esperar?
[...] Porque en efecto, esperar de manera colectiva excluyendo Dios es construir una esperanza basada sobre el soberano, es crear un ideal a lo cual la sociedad adherirá. ¿Pero quien crea este ideal? Un hombre, individuo subjetivo nacido y viviendo a un instante dado. ¿Pues, que será el valor de este ideal en 5 anos, aun una sola? ¿Sera todavía adaptado a las realidades de la sociedad, suponiendo que lo fue un día? Vemos que es toda la noción de tiempo que impide de alcanzar un ideal colectivo puesto que este colectivo nunca está en paz, siempre cambiando de punto de vista porque cambiando de época. [...]
[...] El absurdo no es un ideal tampoco que sea la sociedad. Es la encuentra de los dos. La tentativa de simbiosis entre una idea perfecta y un hombre que no lo es. ¿Tenemos que renunciar? No, se tiene que seguir esperando sabiendo que la esperanza no sirve a nada sino a mejorarse, se tiene que ser Sisyphe, y ser feliz. [...]
[...] ¿Qué podemos esperar? Hacer parte de la mayoría. El ideal religioso por su lado puede evacuar este problema de referente entonces de mayoría en el sentido que es un tercero y no un humano que decide del ideal y que este tercero es omnisciente por eso no sujeto a controversia. Pero una vez situado en el punto de vista divino, casi seguro ahora de encontrar el ideal en lo cual dar su esperanza, se queda que el divino es múltiple y que sus caminos están impenetrables. [...]
[...] El preámbulo así empieza: “Consideramos como evidente por sí mismas las verdaderas siguientes: todos los hombres están creados iguales, tienen por el Creador derechos inalienables; entre estos derechos se encuentra la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. Los Estados Unidos concilian entonces una democracia motivada por el Creador y cuyo uno de los objetivos es la búsqueda de la felicidad. ¿Pero tenemos que preguntarnos si un ideal laico o religioso está realmente alcanzable en práctica? ¿No sería el propio del ideal de ser este punto de horizonte desplazándose sin acabar? [...]
[...] Primero el tiempo va a rendir este ideal inalcanzable. ¿En efecto, como llegar y después conservar una estructura que garantiza la felicidad colectiva respecto a un colectivo cambiando? Guerras, crisis, invenciones solo son algunos ejemplos de acontecimientos que transforman la sociedad en permanencia y que crean cambios en las valores de las sociedades y por eso de sus proyectos colectivos. ¿Cómo entonces poner fuertemente un sistema que, si ha hecho sus pruebas y ha aportado la felicitad a un momento dado no está más adaptado para asegurarlo hoy en día? [...]
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