Gabriel García Voltá pretende con este libro revivir el recuerdo del pueblo visigodo y destacar la importancia que tuvo en el desarrollo europeo posterior ya que, según el autor, con el transcurso de los siglos este recuerdo se estaba debilitando. A la vez que nos hace un recorrido por la política visigoda desde los momentos de sus relaciones con el imperio romano hasta la caída del reino visigodo de Toledo en manos de los musulmanes, nos muestra aspectos de su vida y de su actuación más en profundidad. De esta forma encontramos capítulos dedicados a temas como las instituciones, la socioeconomía y la cultura que ahondan en estos aspectos mostrando la complejidad del reino visigodo que si bien es bastante continuista en algunos puntos con respecto al Bajo imperio romano, otros son completamente innovadores. Lo cierto es que, según García Voltá, los visigodos sentaron las bases del desarrollo de la Península en los siglos posteriores.
[...] En mi opinión, el libro recoge bien la historia política del estado visigodo del pueblo visigodo en general) haciendo hincapié además en temas transversales como la economía, la cultura o la sociedad que necesitan de una explicación más pormenorizada. El lenguaje es fácil y ameno. Por todo ello me parece un libro didáctico, sin embargo hay que tener en cuenta el año de edición (1977) y las posibles carencias que por su antigüedad pueda tener, como por ejemplo la defensa de tesis comúnmente aceptadas en el momento de su publicación pero que ahora se han refutado o sustituido por otras visiones (apoyadas quizás en la aparición de nuevos datos). [...]
[...] La profesión del arrianismo por parte de los visigodos fue un hecho que impidió la plena asimilación de la población hispanorromana con su clase dirigente. Por otro lado, la nobleza goda que abogaba por mantener sus costumbres y tradiciones sin influencias romanas vio en el arrianismo un símbolo de diferenciación que utilizó para remarcar ese nacionalismo godo más que por verdadera discordancia en el ámbito religioso. En el aspecto político, la Iglesia influyó notablemente como ya hemos visto con la continua convocación de concilios por parte de los reyes en los que se legislaba y se tomaban decisiones que afectaban al gobierno del estado. [...]
[...] A este respecto, la figura clave fue Recaredo, el hijo de Leovigildo y primer rey visigodo en convertirse al catolicismo, tomando medidas además para la conversión total del reino por lo que su política fue de unidad religiosa sobre todo partir de aquí la iglesia católica cobró mayor importancia y las minorías religiosas, como los judíos, sufrieron una serie de medidas desfavorables e incluso verdaderas persecuciones, durante algunos de los reinados posteriores). Por otro lado, la sucesión monárquica poco clara no hizo sino provocar regicidios y situaciones de poca estabilidad en el reino. La elección del monarca (no era un cargo hereditario) no quedó regulada sino a partir del IV Concilio de Toledo (633) donde también se fijaron las medidas de represión a tomar contra los movimientos para derrocar al rey. [...]
[...] Durante estas migraciones los godos se dividieron en dos grupos bien definidos, los visigodos y los ostrogodos. Aunque la primera referencia que se tiene de ellos nos la proporciona en historiador romano Tácito en el siglo I d.C., no es hasta el siglo III d.C. cuando las relaciones con el imperio se hacen más intensas. Comienzan las incursiones, parece ser que por el empuje de otros pueblos bárbaros de las estepas, y los asentamientos de familias y pequeños grupos al otro lado del Danubio. [...]
[...] Vemos así como en el estado visigodo la administración y la política estaban íntimamente ligadas entre sí y a la corte. A continuación se explica el funcionamiento general de los órganos judiciales, la hacienda y el ejército (caracterizado por no ser ni regular ni permanente sino que estaba sujeto a la convocatoria de las tropas, cabiendo destacar el gran absentismo de los nobles y la poca implicación a la hora de cumplir con sus obligaciones militares, hecho probado por el continuo aumento de las penas por estos delitos aprobadas en los concilios). [...]
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