Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez es sin duda una de las obras latinoamericanas más extraordinarias. Este libro llama la atención por varios factores y uno de éstos es seguramente su densidad. El libro se divide en veinte capítulos de una extensión casi igual, y con este fragmento, estamos en el capítulo trece.
Se puede considerar que la obra se compone de dos grandes partes. Una primera en la cual el relato se articula con respecto a la pareja formada por Úrsula y José Arcadio Buendía, el fundador de Macondo, y la segunda, relacionada con la pareja compuesta de Fernanda del Carpio y Aureliano II. La boda de éstos, mencionada en el capítulo diez, un año después de haberse celebrado, delimita el puente entre estos dos grandes bloques narrativos.
[...] Cien años de Soledad, Gabriel García Márquez (capítulo 13) Capítulo 13 Sitúe el fragmento en el conjunto de la novela Cien años de soledad de Gabriel García Márquez es sin duda una de las obras latinoamericanas más extraordinarias. Este libro llama la atención por varios factores y uno de éstos es seguramente su densidad. El libro se divide en veinte capítulos de una extensión casi igual, y con este fragmento, estamos en el capítulo trece. Se puede considerar que la obra se compone de dos grandes partes. [...]
[...] Al principio él no se da cuenta de la presencia de los demás como se nota con Úrsula, y al final, los demás no se dan cuenta de su ausencia. Varias veces se puede destacar ciertas ganas de parte de él para compartir con los demás pero no tienen nada en común y acaba con encerrarse más lo que lo convierte en un ser totalmente “impermeable” al mundo exterior. Finalmente, este fragmento nos permite tener un retrato muy pormenorizado del coronel, con su estado físico que va debilitándose, y su espíritu que poco a poco parece separarse de su cuerpo para cada uno puedan tener una actividad independiente del otro. [...]
[...] La importancia de este acontecimiento se percibe fácilmente con la frase recuerdo, ( lo llevó sin que viniera a cuento a pensar en la guerra”. El lector, como Aureliano Buendía no puede pensar en esta frase sin representarse todos los episodios guerreros que conoció y que se desarrollan en la obra entre los capítulos seis y doce más o menos, es decir entre su ida a la revolución y su vuelta. Esta promesa aunque fútil, desempeña sin lugar a dudas un papel simbólico, como la mera representación de todo lo que se quiere alcanzar en la vida y que al final no se puede obtener. [...]
[...] El final del fragmento, el hombre se queda solo, escuchando como antes sus necesidades primarias. Vuelve al árbol al cual José Arcadio Buendía pasó varios años atados, y eso queriendo concentrarse en lo que acababa de ver. Otra vez, su vejez parece castigarlo, ya que no logra conservar esta visión retrospectiva. Sin embargo, la actitud que adopta, “inmóvil”, con cabeza entre los hombros” y la cabeza en el tronco ofrece al lector una imagen del coronel disminuido que se queda postrado. [...]
[...] Las analepsias permiten alejarse de la situación de la narración y cada vez se hace una vuelta más atrás. En realidad, se puede tener la impresión de que en Cien años de Soledad, la vuelta al pasado es una condición para que evolucione la ficción. Ésta se detiene en un momento estático, y a partir de ahí, los recuerdos surgen. Después del desarrollo de éstos, Gabriel García Márquez vuelve al momento inicial de la narración del pasaje, para seguir adelante, y avanzar en el tiempo. [...]
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