Después del día de fiesta se clasifica dentro del género de la novela post apocalíptica: se podría debatir largamente sobre los rasgos que esa novela comparte o no con el género, pero no es el propósito de ese ensayo. Lo importante es analizarla sin dejar de lado su pertenencia al ámbito del apocalipsis y su relación con la realidad religiosa y política de la época, en un análisis que se quiere más externa.
En este documento, se hará una reflexión constante acerca de tres entidades físicas o metafísicas constantemente presentes al ámbito de cada ser humano: el otro, Dios y sí mismo.
[...] cit., p GENETTE, Gérard, Nouveau discours du récit, Paris : Seuil p. 49. [...]
[...] La ideología de ese movimiento se refleja en varias partes de Después del día de fiesta, que pone en cuestión sus perspectivas a través de situaciones complejas y variadas. La intención primera del cristianismo liberacionista era la exigencia de "un cambio rápido y radical de todas sus estructuras: económicas, políticas, sociales y culturales”[2] en una Argentina que necesitaba ser reformada frente a los numerosos problemas que encontraba en la época. Uno de éstos era el trabajo, que constituye una de las diferencias entre los negros y los nativos, los últimos teniendo generalmente un empleo, aunque no se sabe exactamente de que tipo de trabajo se trata. [...]
[...] Llega también demasiado tarde en la vida de Giacomino: el último necesitaba exprimir su sufrimientos cuando era vivo, no en vísperas de su muerte, marcando la necesitad para el cuerpo eclesiástico de reformarse, sobre todo concerniente su compasión con la gente. C. Conclusión Es interesante saber en qué parte de la historia siempre cambiante del catolicismo liberacionista se sitúa la trama de esa novela. De hecho, ese movimiento conoció varios cambios en cuanto a su relación con el mundo político en el siglo XX en Argentina; lo que nos importa aquí es su evolución durante la segunda mitad del siglo. [...]
[...] Además, esa instancia religiosa tenía que posicionarse dentro de la ideología política: de tal manera que sufre una radicalización y una reorganización bastante conservadora[12]. La última fase del catolicismo liberacionista, llamado la "política de la memoria", surge en los años 80 con la creación de organizaciones preocupadas por la defensa de los derechos humanos y los crímenes de la última dictadura militar[13] : se correlaciona a la reflexión de Tristán en el último capítulo, donde estime que el cambio no es posible en su época donde no había esperanzas más. [...]
[...] Demuestra que la apertura hacia el otro es posible, bajo ciertas condiciones, a veces raras: el Quejoso no duda en abordar una mujer haciendo parte de un grupo que odia, por el solo motivo de sus senos, provocando un conflicto entre "propiedad" personal y propiedad colectiva. Finalmente, el cristianismo liberacionista da una importancia crucial a la figura del cura como emblema de la realidad alienante que cada habitante vive[7] : se ve como el agrupador de las distintas almas del pueblo, lo que contrasta con la imagen dada en Después del día de fiesta. [...]
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