El documento que me toca comentar se titula "El Terrorista sentimental", fue escrito por Manuel Vicent, un autor español. Este texto data de 1983, pues es un texto relativamente reciente.
Además, podemos ver a un personaje principal, el cual es un terrorista y mas precisamente un terrorista a quien le gusta el arte.
Esta escena se sitúa en un santuario, un lugar simbólico. En efecto después de la guerra civil española, Franco mando construir un santuario para recoger los restos de las víctimas no solo nacionalistas, sino también repúblicas. Este santuario se encuentra cerca de Madrid, en la Sierra de Guadarrama y se conoce por el nombre de "Valle de los Caídos".
El terrorista nos aparece como una persona muy sentimental, un poco débil, en efecto cada vez que el terrorista ha intentado colocar una bomba, su amor al arte ha sido el más fuerte en detrimento de su misión.
Vamos a ver a través de mi comentario como el autor Manuel Vicent critica el terrorismo gracias a un personaje débil.
Primero, me llama la atención este titulo, ya que los dos términos son simplemente en contradicción uno a otro. Un terrorista, normalmente no debería dejarse embargar por las emociones, por los sentimientos a la hora de colocar una bomba. Entonces, a mi me parece que esta situación es un poco paradójica, extraña en efecto a mi modo de ver este terrorista es un ser humano cuando de costumbre todos se muestran inhumanos y despiadados.
A través de la primera frase entendemos que la escena se sitúa en la basílica del Valle de los Caídos, en la que el terrorista debe colocar una bomba, lo que desde luego me parece ser su principal preocupación, pues su misión (...)
[...] El autor ha utilizado el humorismo para denunciar el terrorismo en España. El humor para denunciar puede ser bueno porque permite distanciar pero tener un inconveniente porque disminuye la gravedad del problema. Primero, a mi modo de ver el terrorismo es un acto simplemente inhumano, grave, y pues inútil en efecto no sirve de nada utilizar la violencia para imponer sus ideas, su punto de vista a alguien. Los terroristas son niños, consideran detener la verdad, pero por su inmadurez no se dan cuenta de sus tonterías. [...]
[...] A continuación, podemos poner de relieve sus gustos eclécticos, en efecto por ejemplo le gusta la pintura de Solana; un pintor madrileño, el escultor Churriguera, la música de los Beatles. Entonces le gusta todo tipo de arte. A mi modo de ver sus gustos y su personalidad están en total contradicción con su deseo de ser terrorista. Después, podemos poner de relieve el hecho de que los lugares donde el terrorista ha intentado colocar una bomba, no tienen nada de ver con el franquismo y el Valle de los Caídos. [...]
[...] Tenemos la impresión de que las sensaciones del terrorista son tan importantes de momento como su misión. A continuación, el hecho de que viene obsesionado con la dinamita nos muestra que está m(s o menos concentrado, en el sentido de que en mi opinión teme meter la pata, pero al mismo tiempo ya que es capaz de sentir el frescor y el olor de la basílica, podemos decir que no está muy cómodo, lo que ilustra bien la idea que no es un terrorista profesional. [...]
[...] Así pues, el terrorista viene para depositar una bomba en la losa de la tumba de Franco, lo que a mi modo de ver subraya el hecho de que el terrorista es un anti-franquista. Encima, en mi opinión habla de Franco, quiero decir del dictador como si fuera un demonio, el símbolo del mal. Esta idea aparece a través de la expresión "la encarnación del mal". A mi modo de ver, se considera como un vengador, efectivamente quiere vengar a todos los soldados, a todas las víctimas que murieron por el franquismo. Esta idea aparece a través de la frase "En este instante el terrorista se había convertido en el brazo vengador". [...]
[...] En efecto, el terrorista se conmueve hasta físicamente. En mi opinión, ha regresado al mundo de la infancia, de la niñez. Aquí, a mi modo de ver se justifica también el titulo, en el sentido de que este hombre quiere actuar de terrorista pero le es imposible por ser sentimental. Encima, la frase "no había nada que hacer" subraya bien la impotencia del protagonista, puesto que no puede luchar contra su afición a la música. Después, el autor nos cuenta las tres veces cuando el terrorista no pudo cumplir su misión porque en efecto se topo con elementos artísticos que le gustan demasiado. [...]
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