Comentario de texto en Español realizado por un estudiante francés de instituto sobre un fragmento de la novela La Lluvia amarilla de Julio Llamazares.
[...] De eso trata este fragmento de La Lluvia amarilla, de Julio Llamazares. Es la historia conmovedora de un hombre que, después de numerosos años, al borde de la muerte, acaba admitiendo que su pueblo murió con el éxodo de todos sus habitantes, y realiza que este éxodo va a acabarse con su propia muerte. Podemos preguntarnos de qué manera el autor logra conmovernos con un narrador tan particular. Por eso, vamos a fijarnos en las numerosas oposiciones que existen en el fragmento. [...]
[...] Se ha empeñado en intentar mantener vivo el pueblo aunque las ruinas y el silencio (l.5) mostraban que ya había muerto. Se ve que la soledad, la ausencia de vida humana parecen significar “muerte”. Una vez que el narrador ha aceptado el hecho de que su pueblo sea muerto, nos explica su “descomposición final” (l.18): las casas que se derrumbaron una a una (l.15), etc. Todo esto no forma más que un “cementerio abandonado” (l.13) y esta triste realidad se opone a otra ilusión. En efecto, descubrirlo en la distancia” (l.12), Ainielle parece ser como siempre. [...]
[...] Pero son mentiras, ilusiones. Esto se ve solo a distancia, y “entre el polvo de la bruma” (l.11). No vale nada tal visión. El narrador quiere mostrar que hay que estar en el mismo pueblo para darse cuenta de lo que ha pasado. Luego cabe subrayar el apego del narrador a lo que no es humano. Desde la primera frase, podemos preguntarnos lo que significa: “mantener vivas piedras” Normalmente se trata de mantener vivas personas. Y de hecho, se ve a lo largo del fragmento que el narrador presta mucha atención a las cosas y a la naturaleza. [...]
[...] Por eso parece sentir amargura al menos por los otros habitantes que se fueron. Los otros habitantes no estaban apegados al pueblo como él, según parece decir, ya que “Nadie volvió siquiera para llevarse algunas de las cosas que aquí habían dejado” (l.42-43). Dice que es “Como si un día, de pronto, las gentes hubieran levantado sus cabezas de la tierra, después de tantos siglos, y hubieron descubierto la mísera en que vivían y la posibilidad de remediarla en otra parte” (l.39-41). [...]
[...] El hombre ni puede nada frente al tiempo. El narrador por supuesto nunca ha deseado irse del pueblo, pero su muerte ineluctable va acabar, contra su voluntad, este éxodo empezado cuando era niño: propia muerte convertirá en definitivo” (l.34). Tiene miedo del olvido (l.19) ya que piensa que es el único que se acuerda del pueblo: mi muerte ( ) morirán los últimos despojos de un cadáver que solo sigue vivo en mi recuerdo” (l.6). Para concluir, podemos decir que en este fragmento aparece la nostalgia muy conmovedora de un hombre que sabe que va a morir y que con él desaparecerán los únicos recuerdos de su pueblo. [...]
Source aux normes APA
Pour votre bibliographieLecture en ligne
avec notre liseuse dédiée !Contenu vérifié
par notre comité de lecture