El profesor Gálvez tenía quizás unos sesenta años el 11 de septiembre de 1973. La mujer de este hombre había muerto, entonces era viudo, pero tenía un hijo "que cursaba estudios de agronomía en la Universidad de Concepción". Era profesor de castellano "en una pequeña escuela rural [...] en el sur de Chile". Podemos decir que se entregaba en cuerpo y alma a su oficio ya que se dice que "su única familia eran su hijo [...] y sus alumnos" (...)
[...] El profesor Gálvez era un hombre quien es capaz de todo para su hijo. Con el fin de encontrar a su hijo, aguantó y sufría mucho porque era “socialista, laico Durante dos años, llamando a todas las puertas, hablando con gentes amables o hurañas [ recibiendo risas, insultos, pero también frases de consuelo”. Podemos decir que el padre era muy valiente y determinado. Finalmente cuando acabó encontrándolo en 1979, éste estaba en estados mediocrees, “convertido en una ruina, pero vivo”. [...]
[...] A pesar de que era «socialista, laico y bebedor de vino tinto» el profesor no vaciló en ir en busca del joven: durante 2 años buscó a su hijo. En efecto, “durante 2 años don Carlos Gálvez llamó a todas las puertas, habló con gentes amables o hurañas, dignas o atemorizadas, solidarias o vencedoras, recibió risas, insultos, pero también frases de consuelo”. Finalmente, después de todos estos esfuerzos, acabó encontrándolo en 1979, “convertido en una ruina, pero vivo”. Encontró a su hijo en mal condiciones: era en la cárcel sin embargo su padre sacarlo de ahí, de este infierno. [...]
[...] Era profesor de castellano una pequeña escuela rural [ . ] en el sur de Chile”. Podemos decir que se entregaba en cuerpo y alma a su oficio ya que se dice que única familia eran su hijo [ . ] y sus alumnos”. ¿Por qué se fue a Hamburgo en 1981? El profesor Gálvez parecía llevar una vida tranquila cuando día su hijo fue tragado por la máquina del terror” instaurada por el régimen. Entonces, El hijo del profesor Gálvez fue una de las víctimas del nuevo régimen. [...]
[...] A pesar de que el autor no manifieste los sentimientos del profesor, podemos adivinar lo que sentía. Después de la muerte de su mujer, su única familia era sus alumnas y su hijo pero no le hubiera quedado nada. Era sin familia, privado de vivir donde lo deseaba y debía sentirse perdido”. El profesor Gálvez tomó la plaza de su hijo porque se hizo a su vuelta exiliada en Alemania. Pero como a todos los emigrantes le costó integrarse en Alemania y no le resultó fácil ganarse la vida ya que vendía “periódicos a la entrada del metro”. [...]
[...] Espero, donde esté, que mi mujer me perdone. Lo saqué de la cárcel y le madé a la República Federal Alemana para protegerle. Sin embargo murió en respuesta a las heridas. Mi hijo se ha muerto. Cuando aprendí aquella mala noticia, sentí en el corazón una lástima incurable; la persona sola y última que contaba para mí se había muerto sin que pudiera hacer nada. En respuesta a esta noticia, tomé en seguida el avión para ir a su funeral en Alemania. [...]
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