La fecha de primera representación de Romeo y Julieta es desconocida, pero probablemente anterior de algunos años a 1597, fecha de primera edición. Cobra gran éxito desde el principio, y queda siendo, junta con Hamlet, una de las obras más apreciadas de Shakespeare. En el momento en el que se inicia la escena 2 del acto segundo, el primer encuentro y el flechazo ya tuvieron lugar. Julieta acaba de conceder dos besos y, como lo afirma el refrán italiano, ?El que gana un beso y no agarra el resto merece perder lo que ganó?. Hace falta pues que la acción transcurra más adelante. Shakespeare no puede sólo reiterar cualquier serie de tiernos intercambios que quedarían desprovistos de sentido en el escenario, por falta de elementos nuevos. Ya sabemos que Julieta es prometida al elegante Paris, con vistas a una alianza de matrimonio inminente, que tienne gran importancia tanto patrimonial como táctica para el clan Capuleto: es el primer obstáculo, que va a ser necesario levantar rápidamente.
[...] Claro está que la escena comienza con un monólogo de Romeo, en el que abundan las flores de retórica que tendremos la oportunidad de examinar más tarde. Sin embargo sus dos primeras réplicas no expresan nada más que un tipo de éxtasis amoroso, bien en fase con la imagen que se nos dio de un adolescente enfrentado con los tormentos de su edad, exageradamente apresurado e intransigente en sus emociones, también un poco atolondrado. Con el fin de poder aproximarse a la guapa Rosalina, ¿no se arriesga a provocar a los enemigos de su casa, sin duda jugándose la vida y al coste de nuevas batallas? Estamos en la continuidad de un carácter predispuesto a la pasión, cuya intrusión en el jardín de Capuleto verdaderamente no nos sorprende, porque hace eco a su atrevida presencia en el baile.
[...] La urgencia en resolver el problema del sentido que dar a la presencia del joven va a obligar a Julieta a rendir precipitadamente las armas, tanto más cuanto que su confesión apasionada ha sido sorprendida. Su perorata de las líneas 58-71 muestra que aún es para ella motivo de inquietud. ¿No va él a sacar provecho de la situación para hacer juramentos falsos? ¿Considerar que demasiado fácilmente fue ganada? Julieta argumenta: en contrapartida de su ardor que podría pasar por ligereza, será más fiel que ?esas que saben mejor afectar el disimulo?. Acaba por fin su perorata recordando que es él quien sorprendió la confesión de su amor a favor de la noche. (...)
[...] Cerrar el jardín de Capuleto no permitiría asistir a la escena del balcón. Por eso Julieta, cuando se inquieta por la vida de su amante, incluye una descripción precisa de los lugares. L.40: muros del jardín son altos y difíciles de escalar. " Una de sus tentativas de juramento le permite a Romeo describir el paisaje y marcar la temporada. L.72: “Señora, juro por esta luna sagrada, que platea sin distinción las copas de estos frutales . Julieta evoca el verano en forma parecida. [...]
[...] De modo que él es el único responsable de la rapidez de lo sucedido. Aunque pueda parecer exagerada la expresión, aquí se trata de defensa propia. Teniendo en cuenta las obligaciones de una chica en su tiempo, Julieta comparte su discurso entre la alegría del intercambio amoroso y la necesidad de protegerse. El ansia de disculparse de la acusación de frivolidad también aparece por otra parte como uno de los medios de seducción que utiliza. Muestra así su preocupación por la opinión de Romeo y la sinceridad de sus sentimientos. [...]
[...] Pero es éste sólo un comienzo, que permite pasar sin brusquedad del monólogo inicial de Romeo al corto (véase la tercera didascalia) que va siguiendo. El aparte puede tener varias funciones: esencialmente dirigirse a uno de los personajes excluyendo a los otros, o dirigirse al público para informarle sobre algún hecho, echar pestes, recriminar a espaldas de uno o varios personajes presentes en el escenario. Aquí, se trata de permitirle a uno de los protagonistas enterarse de lo que no debería, situación propicia a las sorpresas pero sobre todo útil para un progreso rápido de los acontecimientos, ya que las escenas 2 y 3 del acto segundo marcan el fin de la introducción y la colocación de uno de los principales argumentos dramáticos: el matrimonio secreto. [...]
[...] Podemos sumir a las imágenes tradicionales las metáforas guerreras y las de la cautividad. L.1: ríe de cicatrices el que jamás recibió una herida.” L.47 Tus ojos son para mí más peligrosos que veinte espadas suyas.” L.114: esclavitud tiene el habla tomada [ L.130: “Tanto es su amor enemigo de la libertad del prisionero”. Al lado de estos efectos tradicionales, algunas comparaciones, personificaciones y metáforas más originales L.110: “Como el escolar, lejos de sus libros, corre el amor hacia el amor; pero el amor del amor se aleja, como el niño que vuelve a la escuela” L .54: amor [ ] me prestó su inteligencia, y yo le presté mis ojos.” L. [...]
[...] Al espacio ficticio del escenario le falta la profundidad. No estamos en el cine donde una acción, por ejemplo un beso, puede ocupar el lugar de un discurso, o en nuestros modernos escenarios donde proyectores pueden simular las alternancias de luz y sombra; el actor que encarna a Julieta, por lo menos en la época de Shakespeare, es un hombre. Todo pasa pues por las palabras. Hay que hacerle sensibles al público el espacio y el tiempo y recordárselos sin cesar. [...]
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