La genealogía de una parte de la estirpe Buendía que exponen las primeras páginas del capítulo segundo de Cien Años de Soledad, plantea un problema familiar que rápidamente se convertirá en la principal obsesión de Úrsula Iguaran: el problema del incesto por ser ésta la « prima » de su marido José Arcadio Buendía y las consecuencias que conlleva. La primera incidencia que pueden provocar las relaciones consanguíneas se hace explicita en el fragmento que vamos a estudiar. Úrsula, por influencia de su madre y por miedo de « engendrar iguanas » ha optado por llevar cada noche un rudimentario cinturón de castidad. Entonces, José Arcadio Buendía se pasa el tiempo pastoreando sus gallos de pelea mientras Úrsula borda. Sin embargo, en un pueblo tan pequeño como esta « escondita ranchería » donde todo el mundo se conoce y todo se sabe, la intuición popular rápidamente asocia la virginidad de Úrsula con la impotencia de su marido. Esta suposición popular acarrea un duelo fundamental en la novela entre José Arcadio Buendía y Prudencio Aguilar, tanto más importante cuanto que constituye el verdadero punto de partida no solo de la estirpe José Arcadio Buendía y Úrsula Iguaran sino también de la construcción y evolución del Macondo proléptico con el que nos hemos encontrado y confrontado en la primera unidad.
[...] El estilo directo, no muy utilizado y apreciado por García Márquez, tiene en este caso dos funciones. Primero, permite establecer una separación espacial entre por un lado Prudencio Aguilar, y por otro José Arcadio Buendía. Entre ambos se encuentra al pueblo. Esta separación espacial, visual y auditiva ya es visible con el verbo « apartar » « el perdedor se aparto de José Arcadio Buendía » (l 4 y 5) y con la antítesis « oír-decir » « para que toda la gallera pudiera oír lo que iba a decir ». La segunda función consiste más bien en reforzar el tono humorístico que aparece en las propias palabras de Prudencio Aguilar « A ver si por fin ese gallo le hace el favor a tu mujer ». Pero, en este caso, no creo que el humor esté en contra de José Arcadio Buendía sino más bien el contrario. El estilo directo revela la vileza de Prudencio Aguilar que contrasta con la reacción de su contrincante. Su venganza, que al final no consiste más que en chismear, no es digna de un Hombre.
[...] Ante este fantasma, se diferencia la pareja Buendía en su manera de reaccionar. Úrsula por una parte, se siente conmovida por la situación de este espectro cuya muerte es seguramente culpa suya. « No le produjo miedo sino lastima » (l 36, 37). La reacción normal sería justamente tener miedo de aquel personaje que se mueve por toda la casa. Pero en este caso, su estado físico y mental es tal que su aparición fantástica no asusta sino que da lástima, da pena. E incluso creo que aquí lo fantástico casi es cotidiano por lo cual el fantasma nos aparece como algo real que aceptamos totalmente.
En cuanto a José Arcadio Buendía, en un primer tiempo parece más cartesiano que su mujer (...)
[...] Por su parte, Prudencio Aguilar lucha quedándose en la casa de su agresor como lo revela la negación del verbo de movimiento ir Prudencio Aguilar no se fue 58). Esta falta de movimiento hace explicita una de las grandes temáticas de la obra y de la vida propia de García Márquez. En esta novela llena de anécdotas como lo fue su vida casi nadie muere definitivamente: los mundos de los vivos y muertos comunican. Estos siguen viviendo en el espacio real mientras que aquellos están como muertos antes de fallecer. [...]
[...] Por fin, también es de destacar que ya se prefigura la temática del desciframiento a través del espectro de Prudencio Aguilar. Al final lo que pide esta figura fantástica casi real no es más que algo de compañía. Pero los Buendía no logran descifrarlo. Ocurrirá lo mismo en numerosos momentos de Cien Años de Soledad en que la problemática de ciframiento–desciframiento, codificación - descodificación ya sea de la palabra ya sea del ser humano que siempre necesita a un interprete atañe hasta la propia estructura de Cien años de Soledad. [...]
[...] E incluso creo que aquí lo fantástico casi es cotidiano por lo cual el fantasma nos aparece como algo real que aceptamos totalmente. En cuanto a José Arcadio Buendía, en un primer tiempo parece más cartesiano que su mujer. los muertos no salen 38) declara. Y para él no se trata más que de un problema de conciencia lo que pasa es que no podemos con el peso de la conciencia 39, 40). Peso de conciencia que corre paralelo con el común remordimiento de conciencia con el que se abre la unidad p 107. [...]
[...] La primera incidencia que pueden provocar las relaciones consanguíneas se hace explicita en el fragmento que vamos a estudiar. Úrsula, por influencia de su madre y por miedo de engendrar iguanas ha optado por llevar cada noche un rudimentario cinturón de castidad. Entonces, José Arcadio Buendía se pasa el tiempo pastoreando sus gallos de pelea mientras Úrsula borda. Sin embargo, en un pueblo tan pequeño como esta escondita ranchería donde todo el mundo se conoce y todo se sabe, la intuición popular rápidamente asocia la virginidad de Úrsula con la impotencia de su marido. [...]
[...] En una sola frase se plantean la identidad de los dos protagonistas principales de nuestro fragmento José Arcadio Buendía y Prudencio Aguilar y el punto de arranque anecdótico no solo del extracto sino también de toda la novela le gano una pelea de gallos A partir de ahí, se pone en escena un duelo fundamental casi fundador como lo veremos o mejor dicho dos duelos rituales. El primer duelo opone dos miembros de una ranchería de indios pacíficos situada en las estribaciones de la sierra 106) a saber José Arcadio Buendía y Prudencio Aguilar. [...]
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