Diego de San Pedro escribió dos novelas maestras que pertenecen a un género bastante mal definido, al que los historiadores de la literatura llaman « novela sentimental ». Se trata, en efecto, del famoso Tractado de Amores de Arnalte y Lucenda, escrito en 1481 y publicado en 1491 y la Cárcel de Amor escrita en 1483 y publicada en 1492.
Entonces, sería interesante estudiar los inicios de ambas novelas preguntándonos ¿cómo se plantean y se anuncian en ellos los personajes, las nociones y los temas fundamentales que encontramos a lo largo de estas obras? Luego, podremos cotejar estos dos análisis para destacar luego los puntos comunes y diferencias.
[...] Por otra parte, nos ofrece unas indicaciones temporales y geográficas que permiten informarnos sobre el carácter del viaje y sobre las diferentes etapas geográficas. Primero, sabemos que relata un viaje ya acabado puesto que occurió « el verano pasado » (l 1) y fuera de Castilla « en el cual de aquesta nuestra Castilla me convino alongar » (l 2,3). Se trata también de un largo viaje. Lo vemos con el campo lexical de la distancia « alongar », « largo caminar » (l 4), « entre ella y mí mucha tierra entrepuso » (l 5). Estas numerosas indicaciones geo-temporales permiten crear un marco realista.
Además, nos presenta la primera etapa de su viaje. En efecto, llega a una zona inmensa, abandonada y espantosa. Lo vemos con una asociación particular de los adjetivos y nombres. Por ejemplo, asocia la palabra « desierto » (l 6) con el adjetivo « grand » (l 5) mientras ya se trata de un espacio amplio. La « soledad » (l 6) que suele ser un sentimiento negativo está asociada con el adjetivo « extraña » (l 6).
[...] Cuando están a punto de entrar a la casa « tres rótulos blancos » (l 63) llaman la atención del narrador. En efecto, el mensaje muy raro que ofrecen no es acogedor. Se puede leer « ésta es la triste morada/ del que muere/ porque muerte no le quiere ». Ahora bien, las letras otra vez de color negro, que se destacan perfectamente sobre el fondo blanco, insisten aun más en su dolor « triste morada » (l 65). Pero, se intensifica la idea con la aparición dos veces de la palabra morir « muere » (l 66), « muerte » (l 67) que se destaca perfectamente por estar una encima de la otra y al final o en medio de la frase. Así, se puede pensar que, a causa de su desgracia, el hombre se está dejando morir y sufre aun más porque de momento la muerte no le viene a buscar. Sin embargo, el carácter anónimo de estas letras « del que muere » (l 66), « no le quiere » (l 67) ponen de realce que se puede tratar de un mensaje universal. La muerte « querida » parece ser así la única solución.
[...] En un primer tiempo, cabe notar en ambos inicios, el tono autobiográfico con la presencia de un yo narrativo puesto en escena gracias a un mismo método. En efecto, el inicio de ambas novelas es bastante parecido. Un yo narrativo cuenta una historia que vivió y pone de realce la situación difícil en la que se encontró. En efecto, se halló sólo, perdido y espantado en un grand desierto » (l 6) en el Arnalte y en un bosque en la Cárcel de Amor. Además, todo lo que le ocurre ? el encuentro con un caballero, los acontecimientos misteriosos, el suspense ? determina al narrador. Así, gracias a estas primeras informaciones, conocemos los principales rasgos de ambos narradores lo que configura toda la novela.
Sin embargo, al nivel de la función de estos dos narradores cabe destacar una diferencia fundamental que explica esta diferencia al nivel de ambas novelas. En efecto, en el Arnalte, este yo narrativo es y será en toda la novela un simple confidente. (...)
[...] Pero, en un primer tiempo el caballero, que se dirige por primera vez al narrador, no quiere contestar caminante, segund mi natural condición ninguna respuesta quisiera darte 42). Explica que su trabajo no consiste en contestar sino en actuar con fuerza. Lo vemos con la antítesis ejercitar mal/ responder bien 44,45). Pero, viéndose obligado por la cortesía y el decoro acepta finalmente responder a su pregunta. Lo vemos con el campo lexical de la cortesía cortesía natural condición buena criança gentileza 46) y con las frases me crié entre hombres de buena criança usaré contigo de la gentileza que aprendí 45,46). [...]
[...] Y la literatura cortesana y autores como Boccacio o el propio San Pedro dan cuenta de la visión dual de la mujer. Ahora bien, Isabel la Católica es la máxima representante de una mujer que posee un verdadero poder legal y emblemático aunque quede escondido y no reconocido. D. La reacción del caballero y su nueva solicitud Tras su largo panegírico, el narrador vuelve a dirigirse a las virtuosas señoras dando cuenta de la reacción del caballero y de su nueva solicitud. [...]
[...] Estas letras recuerdan unas canciones de Jorge Manrique entre las cuales podemos destacar canciones No tardes Muerte que muero;/ ven, porque viva contigo;/ quiéreme, pues que te quiero,/ que con tu venida espero/ no tener guerra conmigo./ Remedio de alegre vida/ no lo hay por ningún medio,/ porque mi grave herida/ es de tal parte venida/ que eres tú sola remedio./ Ven aquí pues, ya que muero,/ buscáme, pues que te sigo;/ quiéreme, pues que te quiero,/ e con tu venida espero/ no tener vida contigo También podemos citar otra canción Con dolorido cuidado,/ desagrado, pena y dolor,/ parto yo, triste amador/ d'amores desamparado,/ d'amores, que no d'amor./ Y el corazón enemigo/ de lo que mi vida quiere,/ ni halla vida, ni muere/ ni queda, ni va conmigo:/ sin ventura, desdichado,/ sin consuelo, sin favor/ parto yo triste amador,/ d'amores desamparado,/ d'amores, que no d'amor Así, tanto el exterior de la casa como la fachada, parecen misteriosos. Entonces, ¿podemos preguntarnos si dentro volvemos a sentir el mismo ambiente? La descripción interior de la casa está en adecuación con la descripción exterior y con el caballero. Vuelve a aparecer la melancolía en la casa entera. Lo vemos con grave dolor 69) y con la insistencia todas las cosas della grave dolor representavan 69,70). a causa de este ambiente triste y misterioso el narrador se queda maravillado sorprendido. [...]
[...] En efecto, el mensaje muy raro que ofrecen no es acogedor. Se puede leer ésta es la triste morada/ del que muere/ porque muerte no le quiere Ahora bien, las letras otra vez de color negro, que se destacan perfectamente sobre el fondo blanco, insisten aun más en su dolor triste morada 65). Pero, se intensifica la idea con la aparición dos veces de la palabra morir muere muerte 67) que se destaca perfectamente por estar una encima de la otra y al final o en medio de la frase. [...]
[...] Lo vemos también con su aspecto físico ya que su cuerpo está cubierto todo de cabello con la palabra salvaje y con el campo lexical de la fuerza fuerte forciblemente levava tras sí 14). Además, la falta de identidad refuerza también la falta de humanidad. Así, parece normal que este caballero, que podemos imaginar fácilmente no sólo gracias a las informaciones subjetivas del narrador sino también al dibujo ofrecido por nuestra edición, espanta al narrador. El comparativo de igualdad así feroz de presencia como espantoso de vista refleja el efecto que produce el caballero y el miedo que siente el narrador. [...]
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