En este siglo que comienza, ¿qué puede significar un nuevo instrumento musical para nuestra ya larga lista de creaciones en este campo? Nuestra música y los instrumentos que se utilizan en ella, están plagados de transculturaciones e hibridaciones. Hace ya muchos años que los tambores traídos de África se convirtieron en cubanos. Por esto estimamos que un nuevo instrumento musical, salido de la imaginación de un criollo mulato, es también necesario tenerlo en cuenta.
El tema a tratar en este ensayo es uno de esos instrumentos que uno nunca hubiera imaginado que existieran, y sin embargo ahí está y suena: el Tambor de nueve bocas; diseñado y fabricado por un músico, artesano y constructor de instrumentos musicales, Eduardo Córdoba.
El campo de estudio en que nos insertamos es el de la Organología. Es de gran importancia conocer la existencia de los nuevos instrumentos musicales que se crean en Cuba, pues al tiempo que a éstos se les da uso, adquieren función social y pasan a pertenecer a nuestro patrimonio cultural. Además debe ser del interés de todo investigador de la música, conocer los avances e innovaciones que han ocurrido recientemente en este campo. Otro aspecto que nos motivó para escoger el Tambor de nueve bocas es que, probablemente, sea éste más conocido fuera que dentro de Cuba, debido al intenso trabajo que realiza en el extranjero su hacedor, quien es además el único que lo toca.
[...] Este espaldar mide 430mm de altura y tiene un ancho de 150mm; siendo a la vez la unión del Iyá con el Itótele y el Okónkolo, a los cuales los separan 130mm. A cada lado del tambor caja insertado sobre el Iyá, se le insertó a su vez un pequeño tambor, formando estos dos a su vez el bongó; cuya unión en este caso es el tambor caja. En el ANEXO III se pueden ver fotos del tambor. El constructor Egresado como Profesor de Percusión del Centro Nacional de Superación para la Enseñanza Artística de Cuba en 1989, y artesano de intuición natural; Eduardo Córdoba (La Habana, l963), decidió un día hacer sus propios instrumentos porque el sonido de su tambor no lo dejaba del todo satisfecho. [...]
[...] Ampliaciones y rectificaciones: Ana Victoria Casanova) APÉNDICE II -LEÓN, Argeliers 1974. Del canto y el tiempo. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, Cuba. -OROVIO, Helio 1981. Diccionario de la música cubana. Biográfico y técnico. Letras Cubanas. La Habana, Cuba. -ORTIZ, Fernando 1996. [...]
[...] Esta forma del batá no fue del gusto de los fieles pues era considerado una profanación, sin embargo al ser más barato y fácil de hacer, se mantuvo la costumbre en los tambores judíos que se utilizan actualmente en toda Cuba. Los batá son tambores ambipercusivos, de caja de madera y cerrados. La afinación de los tambores es empírica y depende del tamaño de los cueros. Cualquier oscilación en la temperatura los altera. La tonalidad más grave se produce en cada tambor en el parche más grande, y la más aguda en el chachá. El tambor más grave y el que lleva el canto es el Iyá, luego el Itótele y el más agudo es el Okónkolo. [...]
[...] Se toca sujetándolo entre las rodillas y golpeándolo con los dedos y las palmas de las manos. El bongosero busca, entre los dos parches, de cuero de chivo, un intervalo, no muy exacto, de cuarta o quinta, partiendo del sonido agudo. En su amplio repertorio de toques, intervienen también los impulsos desde los brazos, además de glisados que se hacen frotando el parche, obteniéndose un bramido del grave al agudo (León, 1974:114). El bongó ha intervenido como instrumento característico en el son. [...]
[...] Es una verdadera pena que el constructor no pretenda fabricar más nueve bocas, pues así este único ejemplar quedará reducido el saber de su existencia al público del Grupo Obbara y a los asistentes a las exposiciones de artesanía en donde se presente. No obstante mientras exista estará vigente en él su valor como parte de nuestro patrimonio cultural. Fuentes consultadas -HORNBOSTEL, Erich M. von y SACHS, Curt 1914. ”Sistemática de los instrumentos musicales. Un intento”. En: Revista Etnología. Berlín. [...]
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