Un escritor mexicano llamado Carlos Fuentes cuenta en su obra “Valiente mundo nuevo” que estaba hablando del origen de México con Martín Caparrós. En eso, el escritor argentino le contesta con un viejo chiste: “Los mexicanos descienden de los aztecas. Los argentinos descendimos de los barcos”. Otra de las frases famosas, referidas a los inmigrantes, es de autoría de Jorge Luís Borges. Aunque no se sabe si fue dicha cuando ya había perdido la vista, la frase decía: “Los argentinos son europeos en el exilio”. En este ensayo voy a tratar de analizar el impacto de la inmigración masiva en la música de la Argentina, especialmente el tango.
Tanto Jorge Luís Borges como el sociólogo uruguayo Daniel Vidart, hicieron algunas apreciaciones sobre lo negativo que resultó esa influencia. Ambos escritores hacen responsable a la inmigración italiana de la supuesta tristeza del tango. Le enrostran al inmigrante meridional, haber trocado los bravíos desplantes del primitivo tango villoldeano, en la sensiblera nostalgia del tango-canción.
[...] El italiano en cambio supo amoldarse velozmente a las pautas de la sociedad argentina, creando no sólo fuertes mecanismos de convivencia, sino también, haciendo suyos los símbolos, las costumbres y el idioma de la tierra adoptiva. Además los hijos de los inmigrantes italianos, proclamaban su criollismo, lo que muestra que fuerte era su sentido de pertenencia a su nueva tierra. Esta influencia puede rastrearse, en distintas ciudades de la Argentina. Allí donde la inmigración italiana fue preponderante, el tango tuvo un desarrollo inicial casi simultáneo con el de las orillas del Río de la Plata. [...]
[...] Uno de los factores fue la transformación urbana de Buenos Aires que en pocos años dejó de ser la gran aldea para convertirse en la capital de un imperio imaginario -como la llamara André Malreaux- donde el arrabal devino en suburbio y el compadrito en proletario. Los textos clásicos sobre los orígenes del tango no le conceden sustantiva influencia a la inmigración italiana. La mayoría de los investigadores y ensayistas sólo han hurgado en los supuestos antecedentes negros (el candombe), españoles (el tanguillo andaluz) criollos (la milonga) o caribeños (la habanera) con total descuido de la posible nutriente peninsular que tanto influyó en el diseño de las costumbres y cultura argentina. [...]
[...] Bajo este rubro pueden cobijarse obras como La violeta con letra de Nicolás Olivari, La canción del inmigrante de Cadícamo y La cabeza del italiano de Francisco Bastardi. La canción del inmigrante es de original enfoque ya que expresa un conflicto no muy recurrido en el tango: las dos pasiones que sacuden el alma del inmigrante: el amor de una mujer que lo ata a esta tierra y el recuerdo de la suya natal, lejana, que le tira al regreso, mientras el tango ve su destino amarrado a la niebla del bodegón. [...]
[...] Sólo un nacionalismo a contramano, podría hoy intentar desconocer la importancia que tuvo el fenómeno inmigratorio para la transformación de la Argentina. Pero tampoco cabe idealizarlo como una gesta civilizadora al modo de ciertas exaltaciones hiperbólicas. Los inmigrantes vinieron en busca de una vida mejor o con el recurrido propósito de hacer la América y regresar a sus lares. Si bien, la inmensa mayoría, se quedaron, hicieron una posición, fundaron una familia, crearon empresas, abrieron fuentes de trabajo, fueron ejemplo de filantropía y solidaridad y al fin de sus días fueron tan argentinos como el que más y sintieron esta tierra, amasada con sus manos, como propia. [...]
[...] La Argentina es un país de inmigrantes. De esa inmigración el caudal mayoritario fue italiano. Entre 1880 y 1914 ingresaron a la Argentina inmigrantes provenientes de distintas regiones de Italia, que se sumaron a los muchos que ya residían en el país. Los primeros habían venido con Mendoza en la fallida fundación de 1536, entre ellos Leonardo Gribeo, a quien una vieja tradición recogida por Pastor Obligado le atribuye haber llevado de Cagliari a Sevilla la imagen de la Virgen de Bonaria que dio nombre a Buenos Aires. [...]
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