A primera vista, parece indudable que se ofrece lo que el público quiere ver. En lo que concierne los medios de comunicación, es, en efecto, el público que es el último “soberano”. Es él que “elige”, indirectamente, lo que va a ver seleccionando los medios que consume. No debemos olvidar que estos medios (que pertenecen a la televisión, a la prensa escrita…) son, ante todo, instituciones económicas que deben vender sus “productos” para sobrevivir. La prensa es, hoy, un mundo ferozmente competitivo: los periodistas deben acercase lo más posible de los gustos de los “clientes”.
Llevan a cabo, entonces, varias estrategias de “marketing” para conocer los gustos del público y lo que el público quiere ver. Además de estas encuestas reservadas a las grandes potencias de los medios de comunicación, los directores de todo medio informativo analizan escrupulosamente la variación de las ventas y adaptan los asuntos tratados en función de esta evolución.
[...] Los denominados “medios alternativos” parecen muy marginales frente a la potencia de algunos grupos de prensa como PRISA o frente a grandes cadenas de televisión. Estos medios de comunicación tienen una potestad muy fuerte y se imponen, por la publicidad o por su reputación construida a lo largo del tiempo, a la gente. Concretamente, en lo que concierne la prensa escrita nacional, se sabe que Mundo”, País”, y La Razón” no tienen otros competidores serios y que su contenido tiene tendencia a acercarse aunque matices ideológicos distinguen estos cuatro periódicos. [...]
[...] Creo que tenemos también que apartar el periodismo de las grandes empresas. En Francia, por ejemplo, la mayoría de los medios de comunicación pertenecen a la empresa Bouygues y eso permite que esta empresa elija los contenidos en función de sus intereses. Se ha criticado mucho, por ejemplo, el despido de periodistas perteneciendo al grupo Bouygues cuyo “error profesional” había sido criticar demasiado al presidente Sarkozy. Creo también que hay que fortalecer los medios de comunicación públicos y sus márgenes de maniobra. [...]
[...] Aunque un análisis casuístico parece más adecuado sobre este asunto, podemos decir que, en la mayoría de los casos, los famosos no son verdaderamente “víctimas” de las consecuencias de esta “interrupción mediática” en su vida ya que, al fin del proceso, salen reforzados por revistas que hacen hablar de ellos y aumentan su fama. No es el caso, por supuesto, cuando una “revista de corazón” publica elementos sobre la infidelidad de un famoso pero no podemos denegar que la cubertura de las relaciones amorosas de este tipo de personas refuerza justamente su posición de “famoso”. Para más precisiones sobre esta ley, ver el artículo Congreso aprueba la nueva ley audiovisual”, publicado en País” el 18 de marzo y disponible en la dirección siguiente: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Congreso/aprueba/nueva/ley/audiovisu al/elpepusoc/20100318elpepusoc_5/Tes. [...]
[...] ¿Son víctimas los famosos o son culpables de su publicidad? En primer lugar, hay que decir que los “famosos” son, ante todo, ciudadanos y disfruten por eso de los mismos derechos que todos los otros componentes de la comunidad nacional. Su “publicidad” no debe infringir así el artículo 18 de la Constitución española garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen”) ni el artículo 7 de la carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea persona tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar, de su domicilio y de sus comunicaciones”) salvo cuando esta “infracción” presente un gran interés público. [...]
[...] Hay también un claro riesgo de instrumentalización política ya que quien controla las “mass-medias”, como Berlusconi en Italia, controla más fácilmente el poder político. ¿Qué correctivos pondrías? Personalmente, favoreceré la independencia económica de los medios de comunicación para que los periodistas tengan una margen de maniobra más importante. Si no tienen que escrutar continuamente la variación de las ventas o de la audiencia, podrían presentar contenidos más variados, evitando retomar los que siempre aumentan las ventas pero que no mejoran la calidad de los contenidos (como en el caso del sensacionalismo por ejemplo). [...]
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