En primer lugar, la yuxtaposición de frases tan diferentes puede parecer rara, o casi provocadora. El tema de las industrias culturales contrasta con la idea del valor de la cultura, que antes de todo evoca la esfera artística, creativa, sensitiva. Lo primero que nos aparece (a lo mejor lo que me parece a mi) mirando a la Gare Saint-Lazare de Monet, visitando el museo Guggenheim de Bilbao, leyendo Of mice and Men de John Steinbeck o escuchando una Polaca de Chopin no tiene nada que ver con mercado o cifras. Sin embargo, nos acordamos de que tiene algo que ver cuando nos enteramos de que el retrato de Adèle Bloch-Bauer II de Klimt se vendió por 87,9 millones de euros. “Que se lo pongan en la cabeza: sólo hay un indicador del valor de una pintura, es la sala de ventas”. Como lo parece reivindicar Auguste Renoir, tenemos que confrontarnos a la realidad, y ella nos permite fijarnos en el constato siguiente: la cultura tiene un valor económico. Sin negarnos a abarcar el tema más conceptual del derecho a hablar en términos financieros, pragmáticos – ¿profanos? – de la cultura, adoptaremos el enfoque siguiente: ¿de qué nace el valor económico de la cultura? ¿Cuál es el elemento clave que permite sacar un beneficio financiero de la cultura y que luego conduce al auge de las industrias culturales? ¿Existe un modelo económico particular para estimar una obra de arte? Para construir esta reflexión, vamos a empezar por identificar el valor económico de la cultura y los límites que lo corresponden, y después analizaremos los otros tipos de valores posibles que rodean la cultura. Y por fin, vamos a ver qué papel las tecnologías de información pueden desempeñar en el desarrollo de las industrias culturales.
[...] Subsiste una desigualdad en cuanto a la educación, ya que el interés para la cultura, muchas veces, se enseña. Utilizando la expresión “valor social”, queremos decir que la cultura es una componente educativa esencial que permite una mejor estabilidad en una sociedad dada. (“Abriendo una escuela, cerraréis una cárcel” dijo Victor Hugo), pero significamos también que la cultura puede ser una forma de discriminación. Según muchos, el nivel cultural forma parte de los códigos sociales que separan a las diferentes clases sociales. [...]
[...] El ejemplo del grupo de rock Arctic Monkeys es tremendamente significativo. La consecuencia directo de la supremacía de Internet es que la información circula muy rápidamente. La difusión a escala internacional de los efectos de moda es mucho más fácil, y permite uniformizar ciertas políticas de empresas. La frecuencia con la cual un nuevo artista se vuelve famoso es superior, y eso conduce a una actividad potencial importante del sector de la cultura. La tecnología puede ser un factor de valor. [...]
[...] ¿Cómo se valora el valor añadido de una pintura? Tenemos que echar una mirada a los conceptos de intercambio (pues de mercado) y de escasez para seguir adelante en este problema. Para muchos economistas, no se puede separar utilidad y valor de intercambio para reflexionar sobre el concepto de valor económico (Marx, por ejemplo, en El Capital): por eso cabe añadir que, por lo menos, el valor de intercambio tiene mayor importancia en el valor de la cultura (sobre todo en cuanto a los objetos de arte) y parece más relevante. [...]
[...] La especulación y sobre todo los efectos de moda tienen un papel importante en el precio de una pintura, por ejemplo. Antes de seguir, tenemos también que reflexionar sobre otra cosa. posible confundir cualquier tipo de arte reflexionando a la construcción de un modelo económico? ¿Son los mismos el valor de intercambio de un disco (producto cultural) y el valor de intercambio de una pintura? Con esos dos ejemplos, vemos que cabe distinguir también los productos en función de que se puedan o no reproducir. [...]
[...] qué se debe el auge de las industrias culturales? ¿Cuál es el valor de la cultura? Introducción En primer lugar, la yuxtaposición de frases tan diferentes puede parecer rara, o casi provocadora. El tema de las industrias culturales contrasta con la idea del valor de la cultura, que antes de todo evoca la esfera artística, creativa, sensitiva. Lo primero que nos aparece lo mejor lo que me parece a mi) mirando a la Gare Saint-Lazare de Monet, visitando el museo Guggenheim de Bilbao, leyendo Of mice and Men de John Steinbeck o escuchando una Polaca de Chopin no tiene nada que ver con mercado o cifras. [...]
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