Napoleón Bonaparte, Fernando VII de España, Levantamiento del 2 de mayo, El dos de mayo de 1808 en Madrid, Tres de mayo de 1808 en Madrid, Francisco de Goya, masacre, guerra civil española, tropas invasoras francesas, montaña del Príncipe Pío, Napoleón I, master MEEF Métiers de l'Enseignement de l'Éducation et de la Formation
En respuesta al intento de Napoleón Bonaparte de imponer José Bonaparte, hermano suyo, como rey de España, en lugar del rey español Fernando VII, el 2 de mayo de 1808 los ciudadanos madrileños se rebelaron. Se rebelaron, pues, contra la presencia francesa en la ciudad y atacaron a las tropas francesas, en lo que hoy llamamos el Levantamiento del 2 de mayo, a partir del cual tuvo lugar la masacre de los españoles en la noche entre el 2 de mayo y el 3 de mayo de 1808, lo que fue considerado como el inicio de la Guerra de Independencia Española. En esta masacre, las tropas francesas de Napoleón I reprimieron de manera muy brutal y violenta esta revuelta, al ejecutar numerosos españoles. Esta masacre, no solo fue una represalia contra los rebeldes, sino que fue también un intento de intimidar a la población para evitar posibles futuras rebeliones. Es en este contexto que Francisco de Goya, pintor y grabador español, considerado como uno de los artistas más importantes e innovadores de su época, pintó las obras El dos de mayo de 1808 en Madrid y Tres de mayo de 1808 en Madrid.
[...] A través de la expresividad de su estilo artístico, Goya muestra la crueldad de las tropas invasoras francesas y la resistencia valiente de los ciudadanos españoles. La obra es un testimonio de la importancia del arte en la representación de temas sociales y políticos, y de su capacidad para transmitir emociones y sentimientos, tal como es el caso de otras obras como la obra maestra Guernica, pintada por Pablo Picasso, una pintura de gran tamaño que representa el bombardeo de la ciudad española de Guernica en 1937 durante la Guerra Civil española, una representación de los horrores de la guerra y la gran brutalidad de los regímenes fascistas. [...]
[...] Al no mostrar sus rostros, Goya les quita su identidad individual y los convierte en figuras anónimas. De esta manera, el espectador no puede identificarse con ellos como seres humanos, lo que refuerza la idea de que son una fuerza sin sentimientos, sin corazón. Además, la falta de expresiones humanas en los soldados franceses sugiere que están actuando como una máquina, siguiendo órdenes sin cuestionarlo y sin mostrar ninguna empatía hacia las víctimas de su violencia. Esta idea se refuerza aún más por la postura rígida y la uniformidad de los soldados en la pintura, lo que los hace parecer como una sola entidad sin individualidad. [...]
[...] Su postura, con los brazos abiertos y las manos extendidas, sugiere una actitud de entrega y vulnerabilidad, y contrasta fuertemente con la violencia y la brutalidad de las tropas francesas que lo están ejecutando. Además, su postura remite también a la postura de Jesús en el momento de su crucifixión. Es también la más iluminada de la obra, lo que la hace destacar aún más y refuerza la idea de que se trata de una víctima inocente e indefensa. Además, su ropa blanca y desgarrada sugiere que es un hombre común y corriente, un ciudadano español cualquiera, lo que aumenta la identificación y la empatía del espectador con la figura, puesto que se parece a una persona normal, a la cual la gente se puede identificar. [...]
[...] En Tres de mayo de 1808 en Madrid, Goya utiliza varios elementos simbólicos y visuales para enfatizar la brutalidad y la crueldad de la ejecución y la opresión del pueblo español por parte de los franceses. Uno de los elementos más destacados es la cruz que forma el hombre con sus brazos levantados hacia el cielo. Esta imagen es un símbolo cristiano que evoca la crucifixión de Jesucristo, lo que sugiere que el hombre condenado está siendo sacrificado por una causa noble y justa, un símbolo religioso reforzado por las marcas en sus manos que se pueden parecer a las marcas que tenía Jesús en sus manos provocadas por la crucifixión. [...]
[...] La hilera de cabezas cortadas detrás de los condenados es otro elemento visual impactante que enfatiza la brutalidad y la crueldad de la ejecución. Las cabezas cortadas simbolizan la muerte y la destrucción, y su presencia detrás de los condenados sugiere que también están condenados a morir de la misma manera brutal. En conjunto, los elementos simbólicos y visuales en este óleo sobre lienzo de Goya refuerzan la idea de que la opresión y la violencia son incompatibles con la verdad y la justicia, y que las consecuencias de la opresión y la violencia son siempre terribles y devastadoras. [...]
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