Nos encontramos ante el texto que da comienzo al Diario de Colón. Este fragmento se inicia con la narración de los logros de los Reyes Católicos frente a los musulmanes, con la toma de Granada, en 1492. Se ensalza la figura de los monarcas como defensores de la fe cristiana, y aprovechando esto, Colón fundamenta su viaje a las Indias en una necesidad de evangelizar esos territorios.
Esta justificación para emprender su viaje toma mayor importancia al haber tenido un gran apoyo por parte de los franciscanos para llevar a cabo la empresa de llegar Las Indias navegando hacia Occidente. Éste respaldo al proyecto colombino procede de la estancia del marino en el convento de La Rávida, en 1485, donde conoce al fraile Antonio de Marchena, versado en astronomía y cosmografía. Tras partir a realizar gestiones con duques y condes cristianos, que finalmente no prosperan para financiar su proyecto, Colón, a la vuelta al convento de la Rávida, conocerá a un personaje clave para la realización de su proyecto, el fraile Juan Pérez, antiguo confesor de la reina y que pone en oídos de ésta la idea del marino para llegar a las Indias.
[...] Se ha descubierto recientemente una copia de este mapa realizado por el navegante genovés en Tarragona, y podemos observar que no difiere mucho con el tolemaico, pese a esa inicial idea colombina de crear una nueva carta de navegar. Respecto al tema de los mapas, y para finalizar, puntualizaremos que el primero conocido que recogió las nuevas tierras fue realizado por Juan de la Cosa, en 1500, marino y cartógrafo que acompañó a Colón en los dos primeros viajes a América. Bibliografía De los Mitos de las Indias, de Juan Gil. Orbe Indiano, de David A. Brading. [...]
[...] Otro punto de esta obra muy interesante es la teoría de que la conquista de América no fue fortuita, y que el marino genovés dispusiese de unos conocimientos previos que lo llevasen a defender con tanto empeño su proyecto, pese a las numerosas negativas recibidas. Debido a sus viajes, tendría importantes conocimientos de corrientes y vientos del océano. Son mencionadas también teorías que surgen tras el descubrimiento de América, en las que se propone que Colón podría tener conocimiento de la presencia de tierras hacia Occidente debido al relato de un náufrago. [...]
[...] Estos mitos llegaron a Colón mediante la lectura del libro de Marco Polo, por ejemplo. J. Gil nos presenta al navegante genovés como un hombre de su tiempo, que creía en esos mitos, y como ya se ha citado antes, esta creencia le lleva a afirmar en cierta ocasión que encuentra el Paraíso en uno de sus viajes. Tras comentar parte de lo estipulado en las Capitulaciones de Santa Fe, Colón inicia la narración de su viaje desde su salida de la misma ciudad de Granada, con dirección a Palos, desde donde saldrán los tres navíos que lo llevarán al descubrimiento del Nuevo Mundo. [...]
[...] Es importante también apuntar que, con este apoyo, los franciscanos obtendrían una gran influencia en las tierras al otro lado del Atlántico. Otro dato que revela el protagonismo de esta orden eclesiástica es que el anteriormente mencionado Antonio de Marchena, pone en contacto a Colón con el navegante Martín Alonso Pinzón, quien completa la tripulación. Un último asunto a destacar sobre la relación de este proyecto y los franciscanos es que en el segundo viaje de Colón, Juan Pérez forma parte de la tripulación, y rápidamente encontraremos misioneros de esta Hermandad en el continente americano. [...]
[...] Aquí, este autor ahonda en la influencia mitológica para la realización del viaje, y lo mucho que influyen estas narraciones en el navegante genovés. Juan Gil y Brading hacen referencia a un episodio ocurrido en el tercer viaje del marino. Éste, tras encontrar el Orinoco pensó haber llegado al Paraíso, que había sido situado en el Extremo Oriente por algunos autores medievales. Según Juan Gil, el ansia de llegar a esas Indias imaginarias de Colón, fruto de lecturas que idealizaban esas tierras, llevó al descubridor de América a afirmar que se encontraba en el jardín del Edén. [...]
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