“La expulsión de los judíos de España fue un acontecimiento político sin igual en la Edad Media” . Es así que el historiador Yitzhak Baer califica la decisión de los denominados “Reyes Católicos”, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, de expulsar a toda la población judía de sus territorios el 31 de marzo de 1492.
Este acaecimiento se sitúa indubitablemente en la obra reformadora de Reyes Católicos que marcaron la Historia del mundo moderno con, por ejemplo, la terminación de la Reconquista en la península hispánica o aún el descubrimiento de América.
La expulsión de los judíos supone, sin embargo, un “componente moral y psicológico” que le confiere una posición muy particular en la Historia de España: consideramos, en efecto, que provocó la conversión más o menos forzada de 240.000 judíos, la emigración de 160.000 de ellos y la muerte de 3.000 personas en autos de fe sobre los 400.000 judíos que vivían en España en esta época.
Las conmemoraciones alrededor del quinto centenario de la expulsión o las peticiones del Arzobispo Bernard Law, de Boston, para beatificar a Isabel la Católica mostraron que las “heridas del pasado” no están cicatrizadas. Esta expulsión de los judíos de España no es, en realidad, un hecho completamente “aislado” ya que medidas similares fueron tomadas antes por países como Inglaterra (entre 1290 y 1656), Francia (en 1182, 1315, 1323)….
[...] Hay, segundo, un importante aspecto social en este “problema converso”: los conversos adquieren exactamente los mismos derechos que los “viejos cristianos” y éstos compiten directamente con conversos para la obtención de ciertos puestos de trabajos. Destacamos, por consiguiente, un odio tan social como religioso con respecto a todos los conversos ya que todos éstos ejercen potencialmente el “cripto-judaísmo”. Joseph Perez escribe, por su parte, que éxito social de los conversos es el que provoca la ira, el rencor, el odio de los plebeyos. [...]
[...] Debemos situar entonces la expulsión de los judíos en un proceso más amplio de tentativa por parte de los Reyes Católicos de fortalecer los lazos entre ellos y todos sus súbditos. Esta “tentativa” presenta por lo demás varias manifestaciones: Fernando e Isabel fomentan la coherencia religiosa de sus reinos pero también la armonización lingüística con, por ejemplo, las ayudas dadas a Elio Antonio de Nebrija para la redacción del libro “Arte de la lengua castellana”. Este estudio de las ideas de los Reyes Católicos y de su modo de ver a sus súbditos debe, no obstante, estar completada por un análisis más “instrumental” que, partiendo del texto considerado, trata de explicar la realidad de su política religiosa por el análisis de la aplicación concreta de sus medidas. [...]
[...] Los expertos ponen de relieve igualmente el papel de los judíos en el cobro de los impuestos: “según Baer, en la Castilla del siglo XIV, los judíos controlaban los dos tercios de los impuestos indirectos y de los derechos aduaneros tanto interiores como de fronteras y puertos”[22]. Para la masa de la población, la comunidad judía aparece como un conjunto de rentistas que gañan su vida “perjudicando” a los cristianos. Es por eso que varios autores aseguran que la decisión de los reyes católicos de expulsar a los judíos se debe a una presión social “organizada” por la plebe. [...]
[...] Citado en BLASCO MARTINEZ, Asunción, op.cit, p 16. Estas acusaciones” vienen de SROUR, Aref Claude, “Isabel de Castilla y los judíos”, en Escudo, revista de la asociación israelita de Venezuela, enero-marzo de 1992, p 16-23. Su puede consultar este texto para tomar otros ejemplos de este tipo de acusaciones. Citado en HALICZER, Stephen, “Conversos y judíos en tiempos de la expulsión: un análisis crítico de investigación y análisis”, en Espacio, Tiempo y Forma, Serie III, Historia Medieval, t p 284. Ver KAMEN, Henry, ibid, p 36. [...]
[...] Como lo escribe Joseph Pérez, edicto sienta el principio de responsabilidad colectiva hebrea”[17]: la naturaleza engañosa del judío no tiene excepciones ya que todos los miembros de esta población presentan los mismos rasgos naturales e intangibles. Luis Fernández asevera, por su parte, que este texto retoma el “principio de la perversidad congénita al judaísmo” y que, ahí la consecuencia: no era cuestión de castigar personas que hubiesen cometido delitos concretos sino de suprimir la raíz de la colectividad judía”[18]. Concretamente, el texto denuncia la religión judía en sí misma hablando de “dañada creencia y opinión” 15-16) o aún, y sobre todo, de palabra la más fuerte posible para un cristiano de la época. [...]
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