Ya desde 718, la Reconquista del territorio español por los cristianos va avanzando hacia el sur. En el siglo XI, la dislocación del califato de Córdoba modifica el equilibrio entre musulmanes y cristianos, lo que permite a España, que vive apartada del resto del mundo cristiano, cobrar influencia. Los monjes de la orden de Cluny permiten establecer relaciones entre reyes hispánicos y franceses. En plena temporada de cruzadas, España tiene que llevar a cabo su reconquista contra los árabes. En 1212, la victoria española en batalla de Las Navas de Tolosa permitió olvidar el fracaso de la batalla de Alarcos unos 20 años antes. Aquél éxito resultó el inicio de un impulso nuevo a la Reconquista. Entre un poco más de dos siglos y medio, a través de batallas contra los moros, los herejes, las calamidades y las luchas por el poder de los reyes y de los papas, la Iglesia de Castilla se construye, al lado del Estado que nace para hacerse una de las más potentes de los reinos cristianos occidentales, gracias a sus diferentes creaciones: órdenes religiosas y militares e inquisición al final del siglo XV. La cita presente trata de los cambios en la Iglesia que la llegaron a tener un carácter nacional más fuerte. Según el historiador contemporáneo que escribió esto, la evolución del poder eclesiástico se atribuye en parte a las grandes calamidades y al Gran Cisma de Occidente, pero no solamente. Entonces, ¿Cuáles son los factores que pueden justificar tal trastorno en la Iglesia castellana?
Para estudiar más precisamente el periodo que designa la cita, es decir entre los siglos XIII y XV, e intentar contestar a esta pregunta, primero, cabe interesarse en lo que España tiene que aguantar durante aquel periodo, lo que se entiende en la palabra “calamidades” y a qué refiere “Gran Cisma”. Después, se puede interrogar a propósito de los fundamentos de la Iglesia de Castilla. Para terminar, se tratará de ver como Iglesia y Estado evolucionan paralelamente.
[...] La omnipresencia de la Iglesia era algo que el poder real no tenía que combatir sino que domar para poder utilizar sus beneficios. Finalmente, la Iglesia de Castilla de la Edad Media, y más particularmente entre los siglos XIII y XV tuvo evolucionar, adaptándose a los cambios del Estado y de la sociedad. Si tiene que enfrentar un gran número de catástrofes al nivel nacional esto no resulta el único motivo de los cambios que realizó. Finalmente, Estado e Iglesia tienen relaciones amigo/enemigo. Una vez cómplices, otra vez opuestas a causas de las divergencias de sus intereses. [...]
[...] En el siglo XI, la dislocación del califato de Córdoba modifica el equilibrio entre musulmanes y cristianos, lo que permite a España, que vive apartada del resto del mundo cristiano, cobrar influencia. Los monjes de la orden de Cluny permiten establecer relaciones entre reyes hispánicos y franceses. En plena temporada de cruzadas, España tiene que llevar a cabo su reconquista contra los árabes. En 1212, la victoria española en batalla de Las Navas de Tolosa permitió olvidar el fracaso de la batalla de Alarcos unos 20 años antes. Aquél éxito resultó el inicio de un impulso nuevo a la Reconquista. [...]
[...] Para estudiar más precisamente el periodo que designa la cita, es decir entre los siglos XIII y XV, e intentar contestar a esta pregunta, primero, cabe interesarse en lo que España tiene que aguantar durante aquel periodo, lo que se entiende en la palabra “calamidades” y a qué refiere “Gran Cisma”. Después, se puede interrogar a propósito de los fundamentos de la Iglesia de Castilla. Para terminar, se tratará de ver como Iglesia y Estado evolucionan paralelamente. La Edad Media baja resultó un periodo muy difícil para la población española, conoció tanto calamidades como trastornos importantes en la organización. En 1378, empieza el Gran Cisma de Occidente, el mundo cristiano se ve dividido en dos partes, una con el sumo pontífice de Aviñón, y la otra con él de Roma. [...]
[...] La discriminación contra los judíos y después a principios del siglo XVI de los moriscos permitió aumentar esta complicidad entre las dos partes. El sitio ocupado por la Iglesia con respecto a los feligreses permitía tener una influencia verdadera en ellos, sobre todo cuando, debilitados, la fe era lo único que les sobraba. En realidad, la organización eclesiástica tuvo que modificarse a lo largo de los últimos siglos medievales delante del trastorno social pero también a medidas que va creciendo, lo que obligaba a una jerarquía más formal. [...]
[...] La mano de obra reducida por las enfermedades sólo podía empeorar este periodo de decadencia. A este se añade casi naturalmente, otro factor de crisis. La debilidad y la desesperación del pueblo favorecen la mirada hacia la religión que se ve como lo único que puede sanar la situación dramática. Mientras que los nobles aprovechan la situación para asegurar su potencia, la población intenta encontrar remedios en la Iglesia. Se explican las calamidades por razones teológicas y leyendas. Y se inicia el principio de lucha entre las clases religiosas. [...]
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