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El primer paso hacia este retroceso histórico y memorial empezó con buen pie con la aprobación de la Ley de Memoria Histórica de 2007, aprobada bajo el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero. Tal medida concretó en realidad la labor que condujo desde hace años la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), cuya acción se resumía en la localización de los represaliados, en su exhumación y la devolución a su familia.
[...] Olvidar el pasado, es condenarnos a repetirlo. Esta idea inspiró la implementación de políticas de memoria, especialmente en Francia después de la Segunda Guerra Mundial, o en España, en años recientes. Así, ¿hasta qué punto podemos legislar sobre la memoria, el perdón, la reconciliación? Estas políticas de memoria pasan por rituales y símbolos: museos conmemorativos, monumentos, clases de historia, de educación cívica, e instituciones que están encargadas de escribir parte de la historia, de recordarla y de honrar a las víctimas. [...]
[...] España, que paga un alto precio por haber sufrido del franquismo, tiene tanto más dificultades cuanto que la primera ley de memoria histórica es inoperante. Entonces, si el país de Cervantes tira de los problemas de su pasado, es por falta de eficacia política y de rapidez. Cercas asegura en efecto que cuanto antes se termine este proceso, mejor es, porque cuanto más se espere, más difícil es volver a retocarlo. Corrección Según Cercas, a todos los países les cuesta enfrentarse con los horrores de su pasado reciente. [...]
[...] Nada queda en la izquierda del espíritu de una Transición modélica y reparadora que se pretende ahora demoler a costa de un revisionismo falsario. Los homenajes a las llamadas Trece rosas son tan legítimos como los que merecen otras siete mil personas, religiosos y católicos, asesinados vilmente por el bando republicano en España. Si hay una ley para que nadie merezca el desprecio del olvido, no puede ser una ley en un solo sentido ideológico a mayor gloria de la pretendida y falsa superioridad moral de la izquierda. [...]
[...] Por primera vez, se condenó de manera expresa el franquismo. Sin embargo, la sociedad española continuaba a llevar los signos de su pasado franquista: hay que removerlos del espacio público, y una vasta campaña fue lanzada para borrar estas huellas, muy presentes ya que Franco había ejercido un culto de su personalidad. Se declararon ilegítimas las sentencias dictadas por los tribunales franquistas. Se adoptó también la subida de las prestaciones e indemnizaciones para las familias de desaparecidos. Se decidió ofrecer nuevas disposiciones a favor de los hijos y nietos de los que huyeron de España: pueden pedir la nacionalidad española. [...]
[...] Era el sitio donde se encontraba la sepultura de Franco (antes de su exhumación en 2019 y Primo de Rivera, jefe de la Falange Española). La ley desató una tormenta mediática y una polémica estalló a raíz de su adopción. Aunque fue aprobada por la mayoría de la escena política, no fue el caso del PP, que se puso en oposición clara contra Zapatero, acusándole de “guerra civilista”. El partido de Mariano Rajoy, siguiendo el corriente periodístico conservador, opuso resistencia alegando que la ley abriera viejas heridas y que viniera motivada por la venganza de quienes perdieron la guerra. [...]
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