Según Burckhardt, en la primera mitad del siglo XX Europa se vería envuelta en un ascenso de poderosas fuerzas.
"El poder absoluto" se erigió en buena parte del continente -y fuera de él-, con el fin de la I Guerra Mundial; no fueron las democracias quienes triunfaron. Regímenes dictatoriales se impusieron en gran parte del territorio europeo, como en Rusia –1917-, Hungría –1920-, Italia –1922-, España -1923, luego en 1939-, Portugal –1926-, Polonia –1926-, Lituania –1926-, Yugoslavia –1929-, Alemania –1933-, Letonia –1934-, Estonia –1934-, Bulgaria –1935-, Grecia –1936- y Rumanía –1938-.
El corto siglo XX de Hobsbawm, conoció el despotismo en su máxima expresión. Según la definición de Montesquieu, el despotismo es un poder arbitrario fundado sobre el miedo, y fue sin duda alguna miedo, lo que reinó en muchos países europeos en dictadura luego de la Gran Guerra.
En el período de entreguerras, se gestaron en Europa regimenes tiránicos que carecían de lógica y de coherencia, regímenes considerados hoy como totalitarismos. La bibliografía acerca de este fenómeno es extensa y variada. No obstante, al hablar de totalitarismos, prácticamente todo el mundo identifica este fenómeno con la Alemania de Hitler y la Unión Soviética de Stalin. Existe cierta problemática a la hora de calificar a los regímenes de Mussolini y Franco como totalitarios, ya que depende de la visión del autor.
En este trabajo intentaremos abordar dicha problemática. Nos proponemos reflexionar sobre algunos aspectos del camino transitado por el pensamiento de la derecha europea desde fines de la primera Guerra Mundial hasta comienzos de la segunda.
Nos centraremos en Mussolini y Franco, más precisamente en las características de sus regímenes, analizándolos desde cerca para saber si podemos hablar de regímenes totalitarios o si han sido autoritarios.
[...] Éstas, enmarcan el proceder del régimen Los regímenes totalitarios pretenden acaparar todos los aspectos de la vida social, sea pública o privada, creando de esta manera organizaciones subordinadas al partido dirigente, como movimientos juveniles, sindicatos, entre otras. A su vez, restringen al máximo las libertades individuales para poder lograr un mejor control de la población. El Totalitarismo requiere de alguna manera romper con la tradición que comenzó Descartes: “Pienso, luego existo”. Exige ideas, quiere convencer y quiere borrar otras ideas. [...]
[...] Este conflicto se vuelve así el primer episodio en donde se enfrentan en Europa las dictaduras fascistas y las democracias. En Agosto, se firma un acuerdo internacional de no intervención por parte de Francia y Reino Unido. Sin embargo la Alemania Nazi y la Italia Fascista aportan ayuda a los rebeldes nacionalistas. En el otoño de 1936, se intensifica la intervención de las dictaduras fascistas en ayuda de los nacionalistas. La URSS por su parte, reabastece a las fuerzas republicanas con los voluntarios de las brigadas internacionales. [...]
[...] Se creó además un Tribunal de Delitos Políticos y una policía política, la Obra Voluntaria de Represión Anti-fascista -la OVRA-. En el mismo año se suprimen definitivamente los partidos políticos y se cierran varios periódicos. Se registra la cifra de 300.000 exiliados italianos, durante esta época, y 10.000 desterrados a islas lejanas -Lipari, Ustica entre otras-. En 1928 se transforma el sistema electoral; en adelante existiría un plebiscito sobre una lista única, elaborada por el Gran Consejo Fascista. En las elecciones de 1929, los fascistas recibieron votos a favor y tan solo 136.198 votos en contra. [...]
[...] Por un lado, parte de la hegemonía de Europa se pierde a favor de Estados Unidos y Japón. Por el otro, en 1919 surge la Sociedad de Naciones, organismo internacional que se proponía implementar las bases para la paz y la reorganización de las relaciones internacionales una vez finalizada la Primera Guerra Mundial. En adelante, las relaciones internacionales estarían basadas en los principios democráticos, el desarrollo de la igualdad entre las naciones, la renuncia al uso de la fuerza, se eliminaba la diplomacia secreta, etc. [...]
[...] Sin embargo, es innegable que el uso de la fuerza y del terror fue relativamente benigno comparado con otros totalitarismos- Es real que ni en España ni en Italia se llevaron a cabo masacres sistemáticas y organizadas. No obstante, esto no exime a éstos regímenes de ser totalitarios. Lo fundamental fue que el régimen fue opresivo, y limitó las libertades fundamentales del hombre. No podemos considerar éstos regímenes como autoritarios, porque los regímenes autoritarios sólo pretenden detentar el poder, no poseen ningún sustento ideológico y tampoco intentan adoctrinar a la población. [...]
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