“No fui electo para aumentar los impuestos. Mi meta es hacer venir a Francia, de hacer invertir en Francia personas que tienen dinero para nuestras fábricas y para nuestras empresas, no es provocar su salida”. Esta cita del presidente francés Nicolas Sarkozy pone de relieve una de las ambiciones principales de su quinquenio presidencial: la baja de la carga fiscal asumida por los hogares familiares y las empresas.
La cuestión de la fiscalidad es, en Francia, un tema muy debatido. Este país es, en efecto, el cuarto país europeo en lo que concierne el nivel de su presión fiscal. En 2006, por ejemplo, la presión fiscal en Francia era del 51% mientras que el promedio europeo era del 45,1% y la de España era del 40,3%.
El nivel de imposición de las capas más ricas de la población no hace tampoco consenso: hay muchas divergencias entre la necesaria participación de estos agentes económicos a la solidaridad nacional y la obligación de no abusar en materia de retribución fiscal de estas personas para guardarles en Francia.
Todo este debate se concentró durante un largo rato en la pertinencia del Impuesto de Solidaridad sobre la Fortuna (ISF) que concierne la gente que tiene un patrimonio (todo género de bienes más el salario) mucho más importante que la media nacional. Este impuesto, que se añade a otros impuestos sobre la renta o las propiedades, era considerado por ciertos especialistas como particularmente injusto porque imponía una carga fiscal tan imponente que podía poner en cuestión el propio principio de derecho a la propiedad.
[...] Un primer balance del "escudo fiscal" francés fui electo para aumentar los impuestos. Mi meta es hacer venir a Francia, de hacer invertir en Francia personas que tienen dinero para nuestras fábricas y para nuestras empresas, no es provocar su salida”[1]. Esta cita del presidente francés Nicolas Sarkozy pone de relieve una de las ambiciones principales de su quinquenio presidencial: la baja de la carga fiscal asumida por los hogares familiares y las empresas. La cuestión de la fiscalidad es, en Francia, un tema muy debatido. [...]
[...] La mayoría presidencial insistió además en el coste de esta medida afirmando que el “escudo fiscal” no arruinó el Estado. El costo de la reforma Sarkozy representó, en efecto, el doble del coste de la medida Villepin pero concernió solamente el del coste total de la ley TEPA ya evocada[19]. Este costo representó, en millones de euros, lo que es muy inferior a los 810 millones previstos en la ley TEPA para esta medida[20]. El “escudo fiscal” se convirtió entonces en el símbolo de la presidencia de Sarkozy: el presidente francés rechaza categóricamente que un individuo puede sacrificar más del 50% de sus ingresos personales pagando impuestos y pone de relieve el valor del trabajo personal y su justa remuneración. [...]
[...] Cita extraída de un artículo del sitio Web www.finance-banque.com intitulado “Premier bilan sur le bouclier fiscal”. Cifra presente en artículo siguiente : VUITTON, Thibaud, Bouclier fiscal : des effets incertains sur les expatriations fiscales en Le Monde, 17/03/09 Cita presente a la página 96 del informe de la Cour des Comptes de marzo 2009. Ver este informe a la dirección siguiente: http://www.lesechos.fr/medias/2009/0303/300333627.pdf Cifra extraída de un artículo del sitio Web www.finance-banque.com intitulado “Premier bilan sur le bouclier fiscal”. Ver el artículo siguiente : ZAPF, Hervé, LE TACON, Mathieu, “Bouclier fiscal y ISF: un cautère sur une jambe de bois en Les Nouvelles fiscales, N°998, 15/03/08. [...]
[...] Esta presión tuvo un efecto concreto en 2006: el gobierno Villepin creó el concepto de “escudo fiscal”. Este precepto parece bastante claro: afirma que el nivel de imposición de un agente económico no puede sobrepasar el 60% de sus ingresos. Los impuestos concernidos por este cálculo eran varios: el impuesto sobre la renta, el ISF, la contribución territorial y la contribución de vivienda. Esta ley de Villepin fue, luego, recuperada por Nicolas Sarkozy durante la campaña presidencial para la elección de 2007. [...]
[...] El hecho de destacar las justificaciones tan morales que económicas de esta medida no debe impedirnos de insistir en sus fallos: no es, como a menudo en economía, una decisión que puede tener efectos positivos sin presentar dimensiones negativas. Los fallos conceptuales del “escudo fiscal” Podemos poner en relieve dos tipos de fallos conceptuales en lo que concierne el “escudo fiscal”: los económicos y los que remiten más a la psicología colectiva de la población. Para empezar con los fallos económicos, podemos decir que este temor con respecto a la “expatriación fiscal” parece muy exagerado. [...]
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